Una medicina integral / Kléver Silva Zaldumbide

Columnistas, Opinión

“Los carpinteros dan forma a la madera, los flecheros dan forma a las flechas, los hombres, por su sabiduría, se dan forma a sí mismos”. Con este pensamiento Oriental quiero dar inicio a una reflexión sobre la importancia para los seres humanos de no ser tan dependientes en todo sentido y mucho menos en la recuperación de las enfermedades que se les presentan. Nuestro perfil idiosincrático, donde todo queremos fácil, rápido, cómodo y que sea sólo de comprar, moldeado desde nuestra infancia bajo propaganda y con exclusivos intereses mercantilistas, nos ha convertido en insaciables consumistas, y bien pobres en responsabilidad para con nuestra salud. Nuestra sociedad por estar mecanizada y “terapeutizada”, crea cada vez mayor insatisfacción y desesperación en los pacientes, reemplazamos a la lógica del pensamiento y al sentido común por los falsos milagros y exigimos por ejemplo que algo o alguien “nos hagan bajar de peso” sin cambiar nuestro estilo de vida.

Los problemas de la vida cotidiana y los imprevistos negativos, nos provocan serias repercusiones psico-emocionales y físicos y esto se debe a que, usualmente, todo queremos que nos den haciendo, entregamos nuestro problema de salud al médico como algo ajeno a nosotros y exigimos curación sin querer participar ni involucrarnos. No sabemos manejar las situaciones negativas amenazantes de nuestro entorno, de cualquier índole que estas sean. El enriquecimiento del pensamiento mediante la lectura de libros de manejo emocional, la orientación emocional oportuna proporcionada por un profesional entre otras, nos proporciona herramientas requeridas en un determinado momento para no dejarnos agobiar de dichas situaciones. Cada vez hay una necesidad imperiosa de utilizar las grandes ideas de las principales lecciones filosóficas (terapia filosófica) perennizadas desde los grandes clásicos hasta el presente para aplicarlas a la vida cotidiana. “Si el mundo carece de unidad y está roto en mil pedazos es porque también el hombre está escindido de sí mismo”.

Busquemos la posibilidad de utilizar un ángulo de vista de la salud lo más racional y humano que podamos, que el esfuerzo principal consista en unir las venerables riquezas de las diferentes escuelas médicas del planeta y sus diferentes culturas.

La realidad de un ser vivo viene toda integrada, su energía es capaz de producir emociones como la ira o la tristeza y eventos fisiológicos como el movimiento muscular o la secreción glandular, sin una necesidad inminente de que la ciencia la desintegre. En lo que va de este nuevo siglo, la concepción de la realidad puede inferirse a partir de la física moderna que ha experimentado cambios trascendentales. Evitemos que la medicina actual siga atada a la física clásica o newtoniana y de pensamiento netamente cartesiano. Dejemos de seguir considerando al ser humano como una criatura dividida en cuerpo y mente y al cuerpo como un mecano cuyos órganos están misteriosamente ensamblados. Quizás las circunstancias de pertenecer a un sistema de consumo y mercadeo nuestra ciencia misma no pueda ser un poco neutral ni imparcial en su generosidad de descubrimientos. Por todo ello creo que el punto no es encunetarse en controversias de grandes “crisis teórica-practicas” sino esforzarnos por fundar una medicina más humana y eficiente buscando complementaria o suplementariamente, dependiendo de la enfermedad, el arma más inocua e inofensiva. (O)

Deja una respuesta