UN PAÍS SIN INSTITUCIONALIDAD… Por: Álvaro E. Sánchez Solís

Columnistas, Opinión

La historia republicana del Ecuador ha sido caracterizada por su constante inestabilidad política, social y económica. Ello ha llevado al país, incluso, a estar al borde de la extinción, como en 1859, cuando el país se dividió en varios “Gobiernos Provisionales” y las naciones vecinas especulaban con la repartición de territorios ecuatorianos.

Desafortunadamente, la Administración Pública, en el Ecuador, ha sufrido de una débil institucionalidad que lo ha llevado a estas situaciones de crisis.

En un país en el que cada Gobierno tiene, como primera tarea, cooptar todas las instituciones que le sean posibles, el anhelo de tener una sólida institucionalidad se desvanece. En efecto, el actual Presidente ha concentrado todos sus esfuerzos en desmejorar las entidades del Estado, abusando, incluso, de acciones constitucionales para ello. El desgaste de la Administración es indiscutible y las consecuencias son palpables en la incapacidad para controlar la delincuencia, generar un ambiente próspero para los emprendedores y atender los problemas de los ciudadanos, en general.

Esta problemática no se soluciona con reformas constitucionales o normativas. Mil constituciones no cambiarán la tambaleante relación entre el sector público y el ciudadano. Debemos encontrar el remedio a esta situación con un entendimiento integral del propósito del Estado y la capacitación a los servidores públicos sobre cómo debe actuar la Administración frente a situaciones determinadas.

Se debe aclarar que la institucionalidad no implica la existencia de un Estado excesivamente grande, invasivo y con facultades omnímodas que anulen los derechos de los ciudadanos. La buena institucionalidad se traduce en la presencia de las entidades que sean necesarias para cumplir con las finalidades para las que ha sido concebido el Estado. Adicionalmente, una fuerte institucionalidad también puede encontrarse en la actuación eficiente y eficaz de los servidores públicos.

Mientras la institucionalidad sea atacada y erosionada por quienes ostentan el poder, el país se privará de gozar de estabilidad y tranquilidad.

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