Tres temas / Hernán Castillo C.

Columnistas, Opinión

En las “elecciones” inventadas por Maduro, realizadas por y para Maduro resulta que ha ganado Maduro…

Falta saber: ¿a quién quiere engañar el dictador con este sainete electorero? Los venezolanos no le creen y los que vemos de fuera tampoco. En lo regional el Grupo de Lima –constituido por 14 países donde Ecuador brilla por su ausencia- y un concierto grande de naciones del mundo que rechazan el fraude pidieron a Caracas detener la farsa pero Maduro lo llevó a cabo, supuestamente para “demostrar” su supuesta legitimidad. Ya antes lo hicieron Trujillo en República Dominicana y Duvalier en Haití. Con seguridad, el régimen ilegítimo no llegará al término de su período fijado porque antes sucederá algo con la insostenible situación venezolana actual, creada por la indolencia revolucionaria.

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El próximo juicio político a Jalkh, que tiene ocupada a la Asamblea, quizá sea el motivo crucial para que el ente legislativo no aborde la toma de cuentas, como ya propuso una asambleísta -por gastos y utilización de bienes públicos- a la señora Canciller, muy atareada las últimas semanas en su promoción personal por alcanzar lauros internacionales, aun desconociendo un compromiso previo con Honduras, a costa de sacrificar recursos. En su gestión ministerial el “aporte” suyo ha sido: amparar a Assange en la Embajada en Londres, ignorar las incomodidades que el sujeto ha provocado a Ecuador en sus relaciones con Reino Unido, Estados Unidos y España. Y además echar floridas loas a las dictaduras de Venezuela y Nicaragua. Por supuesto que, entre tanta maraña, habrá descuidado otros aspectos propios de la misión de su Ministerio.

 

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La historia conoce ampliamente el temor que los dictadorzuelos profesan por la libertad de expresión, en especial por la libertad de prensa. La respuesta a sus propios temores ha sido amenazar, sojuzgar y sancionar a los medios de comunicación que no coinciden con sus caprichos.

La Ley de Comunicación en nuestro país –promulgada hace cinco años obedientemente por los asambleístas sumisos- está llegando a su final, estrangulada por un periodismo con vocación de cumplir sus funciones ajena a presiones y amenazas. La Asamblea Nacional deberá enmendarla o abolirla en aras de los intereses patrios, la recuperación de la libertad de expresión y el respeto a la comunidad. (O)

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