Todos contra todos

Columnistas, Opinión

El enfrentamiento actual entre los poderes del Estado es complejo, con muchos componentes e intereses individuales. Las secuelas de esta pugna perturba el orden social y económico. Lo que era habitual hasta hace unas semanas: acusaciones mutuas, es ahora, un enfrentamiento en el que no hay antagonistas, sino enemigos.

Ejecutivo y Legislativo, rompieron relaciones poco después de ser posesionados. Dos años de provocaciones y acusaciones mutuas terminaron con su salida intempestiva. El Presidente se marchará del palacio de gobierno, pero no quiso irse sin  desalojar antes la Asamblea Nacional, en medio de un juicio político en su contra. Estos poderes no lograron acordar ideas o acciones para resolver las urgencias nacionales.

La paz no llegó con la muerte cruzada. Hay un divorcio peligroso para la institucionalidad del país entre todos los poderes del Estado. La contienda tiene varios ángulos. La Fiscalía General Estado está en la mira del Consejo de la Judicatura y del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social. La Fiscal responde con amenazas de carácter penal a los funcionarios que pretendan cesarla en sus funciones. El enfrentamiento es encarnizado.

La expectativa levantada por el Presidente: gobernar seis meses sin la Asamblea no es tan fácil como se decía. Los dos primeros decretos urgentes del gobierno llegaron a la Corte Constitucional y avanzan, no precisamente con urgencia. La máxima entidad de control constitucional actúa a una velocidad nada apremiante. A este paso, el Presidente difícilmente cumplirá su promeza pos muerte cruzada.

El Ejecutivo dejó sin sede al Consejo de Participación y  el representante de esta entidad de control lo acusa de persecución. El presidente del Consejo de Participación y un par de consejeros más podrían ser destituidos por el Tribunal Contencioso Electoral, acusados de infringir la ley electoral. La Fiscalía pide prisión para vocales del Consejo de la Judicatura por tráfico de influencias y un juez les dictó medidas cautelares para no enviarlos a prisión. Todos contra todos.

Es bueno aprovechar los pretextos para impulsar el sentimiento patriótico que, aveces y por diversas razones, suele estar en letargo. La tendencia es unirse ante un desastre natural, un triunfo deportivo, un conflicto bélico, etc. para conseguir resultados que integren un país. La situación actual, debería cohesionarnos. Pero tal vez, esto resulta un ideal muy exigente para los poderes del Estado. (O)

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