Sin rumbo / Fabricio Dávila Espinoza

Columnistas, Opinión

La venalidad, según el diccionario, es una cualidad de venal, palabra que su vez viene del latín “venālis” y “venum” y cuyo significado es vendible, expuesto a la venta o que se deja sobornar con dádivas. Este adjetivo asociado a la oferta y demanda de cargos públicos es un fenómeno sobradamente conocido en el Ecuador.

El presidente, Guillermo Lasso, desconsolado por una nueva bofetada recibida de la Asamblea Nacional, un día después del archivo de su proyecto de Ley de Inversiones, se refirió a cinco asambleístas que, según su versión, habrían pedido beneficios económicos.

La declaración, esta vez no se quedó en el mundo de las redes sociales, como sucede con la mayoría de acusaciones de tipo político. El presidente judicializó el hecho con una comunicación remitida a la Fiscalía, acusando a los congresistas Rosa Cerda, célebre por su frase “roben bien”; Gisella Molina; Édgar Quezada; Celestino Chumpi y Cristian Yucailla, representante de Tungurahua, junto con su asesor Marcelo Rosero. El presunto delito sería la petición “beneficios económicos” como condición para votar en favor de la Ley de Inversiones. El pago habría sido la entrega de cargos en hospitales, empresas eléctricas, ministerios y hasta dinero en efectivo.

Salvador Quishpe, asambleísta partidario de los denunciados apoyó al presidente en Twitter: “…Guillermo Lasso, así se habla”… “ahora que la Fiscalía investigue” y “si se prueban dichas infracciones, que se castigue a los responsables como manda la ley”. Los presuntos sobornadores se lavaron las manos y desafiaron al denunciante a presentar pruebas.

La Asamblea continúa sesionando en medio del desorden, con gritos, recriminaciones y la conducción de una presidenta que suspende sesiones y apaga las luces para no ser apelada. Al mismo tiempo, que el nombre de Celestino Chumpi aparece en un video en el que “invertir” en un cargo público costaría más de dos millones de dólares, pagaderos en tres cuotas mensuales.

Los poderes Ejecutivo y Legislativo están sin rumbo: el presidente de la república amenaza gobernar olvidándose que la Asamblea existe; el Legislativo ocupa la mayoría del tiempo en confrontaciones políticas sin sentido y los opositores acusan al gobierno de no hacer correctamente su trabajo. Pero, unos y otros dicen defender los intereses nacionales. Mientras tanto, en algunas paredes de la ciudad de Ambato se pinta los colores del movimiento del socialismo del siglo XXI, donde sobresale la silueta de un expresidente prófugo, como si estuviéramos en campaña o vaticinando la muerte cruzada.

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