Sin justicia independiente no hay cambio

Editoriales

Por: Mario Fernando Barona

Aún no se confirma si el expresidente Rafael Correa estuvo involucrado directamente en la trama de corrupción de Odebrecht y otros, es posible, o no, que más adelante se descubra algo al respecto. Sin embargo, no cabe la menor duda que tal como están las cosas al día de hoy, tiene un inexcusable, evidente y muy grande nivel de responsabilidad política porque los actos de corrupción se vinieron cometiendo hace muchos años desde los más altos cargos de la función pública que reportaban directamente todo al Ejecutivo. En otras palabras, o sabía perfectamente todo lo que ocurría a su alrededor y calló, o ha sido tan inepto e incompetente que la corrupción le bailaba en sus narices y él ni por enterado. En cualquier caso, el grueso de la corrupción se ventiló desde las áreas y dependencias del Ejecutivo, por lo que indefectiblemente habrá que investigar su vinculación judicialmente, por tanto, la fiscalía debió haber tomado procedimiento hace mucho tiempo atrás, o al menos la Asamblea Nacional llamarlo a declarar.

El caso es que es lógico y justo que bajo el mismo principio de responsabilidad coadyuvante impuesto por el anterior gobierno para castigar a un medio de comunicación por lo que digan u opinen terceras personas en ese medio, debería entonces también procesarse a quien se supone era el más alto funcionario de Estado que no quiso o no pudo detectar tanta corruptela que campante se paseaba por las más altas esferas gubernamentales a su cargo.

Lamentablemente la fiscalía aún está en deuda y francamente no sé si se embarque en tan atrevida iniciativa, de hecho, a este paso no me sorprendería que en poco tiempo más el expresidente saque a relucir su más invaluable instrumento de ataque político y adormecimiento de masas: el verbo. Porque algo es innegable, Rafael Correa Delgado habla y convence. Todo este tiempo no lo ha hecho por obvias razones, pero el momento que regrese y pueda dirigirse directamente al pueblo a través de la palabra, vuelve a ganar cualquier elección.

Y así como vemos que la justicia aún está fuertemente maniatada políticamente al anterior Régimen, de igual forma confirmamos con enorme desilusión y decepción que el tan mentado compromiso del presidente Lenín Moreno de respetar la independencia de poderes quedó sólo en líricas promesas.

Gustavo Jalkh, presidente del Consejo de la Judicatura está muy seriamente cuestionado por su posible injerencia en un sinnúmero de fallos judiciales durante la época correísta, sin embargo, Moreno públicamente le presentó su respaldo y ya lo absolvió de cualquier denuncia en su contra. De igual forma, Richard Espinosa, presidente del IESS quien tiene en su contra una glosa con destitución y posible responsabilidad penal, también fue públicamente aplaudido por Moreno que no escatimó en alabanzas y loas al funcionario.

Así no se hace el cambio. Sigue el mismo estilo correísta de maniatar la justicia e irrespetar su independencia. (O)

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