Silencio electoral/ Fabricio Dávila

Columnistas, Opinión

Desde la medianoche de hoy y hasta después de las 5 pm del próximo domingo, en todo el territorio nacional, los candidatos están impedidos de publicitar su figura política o propuestas para ganar la simpatía de los votantes.

Tradicionalmente, el silencio electoral, llamado veda electoral o jornada de reflexión en otros contextos, es el lapso en el que rigen prohibiciones legales específicas sobre la propaganda política. De acuerdo a cada país, comienza unos días u horas antes de las votaciones y termina horas después, con el cierre de los recintos electorales. En la actualidad, el uso de plataformas digitales hace que se imposible silenciar totalmente a los candidatos. En algunas legislaciones, por ejemplo en Alemania, Estados Unidos, Reino Unido, etc. no se se conocen restricciones sobre la propaganda antes o durante las votaciones. Por algo será.

En teoría, la finalidad no es otra si no permitir a los votantes, que mediten la decisión de apoyar una u otra propuesta. Aunque, para esta fecha el voto debería estar definido. Junto a este objetivo, la ley busca evitar la concurrencia de incidentes entre simpatizantes de diferentes candidaturas. A esto, le acompañan otras medidas, como restringir la venta y consumo de bebidas alcohólicas; negar la realización de espectáculos públicos y prohibir bajo pena de sanción, publicar resultados de encuestas los días previos a las votaciones.

Antes del silencio forzado, la campaña termina, casi de forma generalizada, con grandes caravanas y concentraciones. Entre broma y serio, se comenta que los conciertos musicales ofrecidos por los candidatos tienen mejor cartel que fiestas de fundación o independencia de las ciudades o parroquias. Una vez más, los candidatos concluyen sus recorridos entregando obsequios innovadores; lanzando ataques más intensos y directos a los antagonistas; hablando de promesas ampulosas y jurando ofertas irreales. Los mismos argumentos que se escucha cada vez que hay elecciones.

Al cierre de la campaña, apostamos por el cambio, usando la democracia como instrumento de transformación social y convencidos de consolidar este sistema de gobierno, pero con el temor y el fantasma de la frustración pos electoral, cuando posiblemente nos toque reconocer que fuimos engañados por enésima vez.

El voto nos permite creer que, una nueva realidad nacional y local es viable. Por eso se insiste en la obligación de sufragar conscientemente, distinguiendo entre quienes buscan servir a través del poder y los que quieren servirse del poder, para su propio beneficio.

Deja una respuesta