SERIE VALORES HUMANOS: CAPACIDAD DE ESFUERZO Y AUTENTICIDAD / Ing. Patricio Chambers M.

Columnistas, Opinión

Los valores humanos son cualidades propias de los individuos y pueden estar más o menos desarrolladas en cada uno o, al menos, estar en potencia permitiendo la realización del ser humano en la medida que se los va alcanzando.

Normalmente se los define como aquellas virtudes que le permiten a una persona relacionarse con su entorno y que le dictan qué es lo correcto tanto como lo que no lo es.

La palabra virtud viene del latín “virtus”, que significa fuerza, vigor, valor, poder. De tal manera que podemos entender que la virtud hace referencia a la medida en que cada Ser Humano ha logrado desarrollar o conquistar un valor, y que en definitiva lo hace más fuerte, más valioso como individuo.

De ahí que el primero que trataremos hoy será la “capacidad de esfuerzo” que se relaciona directamente con el vigor y la evidencia de vitalidad de una persona, es actuar con la fuerza necesaria para lograr determinado objetivo.

Etimológicamente la palabra esfuerzo tiene el significado de «acción de poner ahínco». Se compone con el prefijo “es” (de ex: hacia fuera) sobre el verbo «forzar» y el sufijo “o” (acción y efecto). Forzar deriva del latín “fortis” que significa: fuerte.

Nuestra capacidad de esfuerzo se alimenta de valores como la generosidad, el servicio y amor al prójimo, acrecentándose en la medida en que realizamos acciones esforzadas sin esperar por ello recompensa alguna; entonces la vitalidad surge de manera natural.

Cuando a cambio de nuestro esfuerzo esperamos reconocimientos u honores, ese esfuerzo se corrompe surgiendo en nosotros la ambición; entonces sentimos estrés al hacerlo, confundiendo nuestras emociones, perdiendo claridad de pensamiento y realizando las cosas sin el ritmo debido de trabajo.

De ahí que, si invertimos poca capacidad de esfuerzo en la ejecución de algo, estamos también poniendo en riesgo nuestra psiquis al punto de llevarla a la enfermedad.

Por ello, el gran filósofo del siglo XX, Jorge Ángel Livraga nos dirá que “tan solo las empresas difíciles valen la pena ser realizadas, pues hay un misterioso vínculo entre lo difícil y válido.”

El segundo valor por tratar en la presente entrega es el de la autenticidad. Este término puede aplicarse a personas, pero también a las cosas.

En cuanto a su calidad de valor humano, se refiere a ser coherente con lo que cada uno es. Es ser fiel a nuestra propia identidad y a uno mismo en cualquier circunstancia. Ser auténtico es pensar, sentir y actuar de la misma manera.

Una persona es auténtica cuando habla con la verdad y acepta la responsabilidad de sus sentimientos o conductas. Es sincera y coherente consigo misma tanto como con los demás.

Proceder con autenticidad es hacerlo conforme a valores y principios, con sinceridad y de manera natural. Una persona auténtica, genera confianza; por el contrario, cuando alguien actúa por mera apariencia, no se la siente auténtica, genera dudas y desconfianza en los demás.

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