SERIE LOS VALORES HUMANOS: LA ARMONÍA / Ing. Patricio Chambers M.

Columnistas, Opinión

Retomando nuestra serie sobre los valores humanos, hoy reflexionaremos sobre uno de los más importantes para la vida de toda persona, de la naturaleza y del universo mismo: la armonía, a la cual podríamos definirla como el equilibrio de las proporciones entre las distintas partes de un todo.

Para la Grecia clásica la diosa Harmonía era hija de Afrodita y Ares, pues surgía de la unión entre el amor y la guerra, dos fuerzas iguales pero opuestas entre sí, que alcanzan el equilibrio dinámico necesario para elevarse juntas. Este símbolo pasó la antigua Roma como la concordia.

El resultado de toda armonía es la belleza, no sólo en su aspecto físico sino en los otros planos de la existencia, pues podemos percibir esa realidad en ámbitos como el de la música y el arte en general. Es el arte de unir y de combinar sonidos diferentes, pero acordes y agradables al oído, cuando son emitidos en simultáneo.

Las grandes composiciones musicales, estremecen nuestros sentidos e impactan en nuestra alma gracias a sus armoniosos acordes nos pone en sintonía con esos elementos superiores. De igual modo sucede con la danza y el ballet, cuyos movimientos armónicos nos recuerdan el orden universal.

La armonía por excelencia se encuentra en las formas que la naturaleza nos presenta, en la cual el equilibrio de sus elementos constituye su mejor expresión. Cuando observamos un río y a pesar de la fuerza de su corriente, podemos ver que siempre fluye armoniosamente.

En la literatura, se denomina armonía a aquella variedad agradable de palabras, pausas y medidas que resulta tanto en el verso como en la prosa por la adecuada combinación de las sílabas, las voces y las cláusulas empleadas.

En las relaciones sociales, la buena convivencia pasa por guardar una debida armonía entre las personas, pues todos somos distintos y para lograrla, es necesario realizar acciones de buena voluntad hacia los demás actuando con cortesía, aprendiendo también a actuar en concordancia con el resto, sin buscar imponer pareceres y más bien por el contrario, vivir en concordia con los demás.

De hecho, la palabra concordia viene de la expresión “corazón con corazón” y por ello mantener la armonía o vivir en armonía significa llegar a acuerdos, sostener una buena amistad o una relación de paz, con una buena comunicación y una adecuada correspondencia o compatibilidad de pareceres y de acción.

Por tal motivo y en un sentido amplio, puede decirse que la concordia es una coincidencia amistosa, que supone una armonía. Es aquella proximidad entre personas o cosas que nos permite actuar en consonancia.

Debemos mantener la armonía también con los otros reinos de la naturaleza y por sobre todo con lo sagrado, pues vivir en sintonía con los demás, con la naturaleza y con nuestro ser interior, nos permite estar en paz con nosotros mismos y con nuestro entorno, lo cual lleva necesariamente a lograr un cierto grado de felicidad y bienestar.

Deja una respuesta