Sentencias forzadas

Columnistas, Opinión

Meditemos sobre la montaña de dineros adquiridos ilícitamente: coimas, propinas, regalos descomunales, lavado de dinero, contratos falsos, sobreprecios, sobornos y todas las acepciones correspondientes del diccionario. Fingir lo positivo y hacer lo ilícito se está tornando en escenario diario.

Los seres humanos son la única especie del planeta capaz de pensar y de interrogarse sobre su propia existencia. También entienden que es preferible el bien al mal, la justicia a la injusticia, la verdad a la mentira. Dentro del ser, formando parte de su propia naturaleza, existen principios orientadores de la conducta llamada ética.

Al mismo tiempo, el ser tiene en su interior apetitos y tendencias desordenadas que desea satisfacer, aunque fuese en contra de los principios éticos que le configuran como persona, y lo que es más grave, una enorme capacidad para justificar sus acciones.

Esta situación es anterior a cualquier consideración religiosa. El hombre sabe que matar es negativo y rechazable. Sobre todo, si él es o podría ser la víctima. Sin embargo, puede convencerse, o ser convencido, de que los enemigos o los grupos inferiores deben ser eliminados.

Nuestra naturaleza también nos obliga a vivir en sociedad y seguramente admitiríamos que la sociedad debe organizarse en bien de todos sus componentes, pero está claro que esto no es así. Siempre han existido minorías que han impuesto su voluntad en su propio beneficio y a costa de los demás. Han elaborado alambicadas doctrinas económicas y sociales para justificar su egoísmo y afán de poder.

Pero grandes y pequeños, gobernantes y gobernados, todos están sujetos a vivir la tensión permanente del deseo del bien, y del mal que hacen y tratan de justificar.

La más fácil e insidiosa justificación de las perversiones de los humanos es invocar y pregonar "todos lo hacen." Está fabricada mini-máxima desemboca en sentencias forzadas: "todos defraudan, todos roban dineros públicos, todos inventan respuestas imposibles para sus delitos fisca-les, un etcétera kilométrico"

La lista es larga, el resultado es el hundimiento de los valores. ¿Qué sería de los países si no existiesen las excepciones excepcionales y sus esfuerzos por mitigar el desencanto de los pueblos?… Luchemos por el milagro. (O)

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