Segundo parcial / Fabricio Dávila Espinoza

Columnistas, Opinión

El Fondo Monetario Internacional (FMI) el 11 de marzo aprobó el acuerdo con el Ecuador. Como resultado, se concedió un crédito, a nuestro favor, de 4.200 millones de dólares. La primera cuota de 652 millones fue recibida inmediatamente después de la firma. El prestamista no deja de revisar la economía ecuatoriana antes de realizar los siguientes desembolsos. En estos días, y hasta el 26 de agosto, estamos rindiendo el segundo examen parcial. 

Tras la posesión del actual presidente y su apresurado distanciamiento del maestro y mentor, de quien heredó la presidencia, empezamos a conocer que “la mesa no estaba servida”. En estas circunstancias, era inevitable acercarse al FMI con el objeto de curar una economía enferma y con serios riesgos de agravarse. 

El crédito otorgado debería promover la competitividad y la creación de empleo; afianzar la sostenibilidad fiscal y la dolarización; proteger a los pobres y vulnerables; mejorar la transparencia y afianzar la lucha contra la corrupción. Más o menos sí rezaba el pacto con el organismo internacional. Estos objetivos son fabulosos, pero difícilmente alcanzables a partir de un crédito. 

A mediados de mayo llegó la misión técnica para realizar un primer examen. Al parecer las metas que el gobierno se comprometió a cumplir fueron superadas sin apuros. El mismo Tao Zhang, Subdirector Gerente del FMI, el 28 de junio, realizó la siguiente declaración: “El programa de reforma de las autoridades respaldado por el acuerdo del FMI está rindiendo fruto”; también dijo que “el gobierno ecuatoriano ha demostrado que está resuelto a restablecer la disciplina fiscal mediante la racionalización del gasto público” y que “está preparado para redoblar los esfuerzos a fin de garantizar que los vulnerables sigan estando protegidos.” 

Según la Gerente del Banco Central del Ecuador, en este segundo parcial, el país también debería superar la prueba. Sin embargo, sabemos que están pendientes medidas más severas: reformas tributarias y laborales; armonización de salarios públicos y privados; optimización de subsidios a combustibles; etc. 

El gobierno no conoce otro camino que mantener conforme al FMI y para esto, en los próximos días deberá tomar decisiones radicales. Esto es inevitable y será un duro golpe para los ecuatorianos. Aunque aprobemos el segundo parcial, sin las reformas aplazadas hasta ahora, el FMI, nos dejará a los exámenes supletorios o remediales. (O)

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