Se llevaron el corazón del ordeño

En la soledad de los páramos de San Andrés, la madrugada no trajo leche, sino el amargo descubrimiento de un robo perfectamente calculado. Una Hacienda, en el sector de Huagrahuasi, despertó sin su herramienta vital: un ordeñador móvil.
El encargado de la propiedad, fue el primero en notar la escena: el candado de la pluma metálica forzado y, más allá, la estructura metálica del ordeñador móvil verde abierta como una herida. Ladrones no identificados habrían ingresado la noche anterior por el techo del equipo, violentando las planchas de duro techo, para llevarse parte esencial de su funcionamiento.
El botín no fue menor: un motor de gasolina de 16 caballos, una bomba de vacío de alta presión, cantaros, medidores, pezoneras, tapas y hasta una caja de herramientas. Todo lo necesario para que la producción lechera continúe… fue arrancado de raíz.
La zona no cuenta con cámaras de vigilancia, y los dispositivos de la Hacienda más cercana no están disponibles sin autorización de sus propietarios. La escena ya había sido manipulada al momento de la llegada policial, por lo que no se solicitó intervención de criminalística.
El dueño de la propiedad fue informado del suceso, mientras la hacienda —sin su equipo— deberá enfrentar jornadas de producción inciertas y pérdidas difíciles de calcular. El robo no solo fue de objetos: fue un golpe al sustento rural. (I)