Rojo, amarillo, verde / Hernán Marcelo Guerrero

Columnistas, Opinión

Me acuerdo cuando era niño había una pileta en la calle Montalvo y Bolívar, luego de escuchar misa, salíamos a las 8 de la noche, la banda municipal alegraba la noche dominguera, nuestros padres nos compraban el algodón de azúcar, y nos acercábamos a la pileta la cual lanzaba chorros con luces de colores, y gritábamos rojo, amarillo, verde y así sucesivamente, esos eran tiempos de paz, amor y alegría. Los tiempos han cambiado parece que los males económicos, sociales, políticos y para variar los naturales no se han hecho esperar, seguimos en cuarentena con un virus que le han llamado COVID-19 que a nivel mundial nos está haciendo ver estrellas, ahora con el anuncio de la Organización Mundial de la Salud, advierte que este virus es implacable, y  que se viene  a futuro  una segunda y tercera ola de contagio a escala mundial.

La emergencia sanitaria asume el “rojo” del semáforo planteado por el gobierno, que es el más radical de los colores, ante esta posibilidad de que en la próxima semana se pudiera iniciar, de acuerdo a la realidad de cada cantón el distanciamiento que representan los colores amarillo y verde. Por ello se seguirá aplicando emergentemente hasta  que los médicos digan lo contrario, el toque de queda  sigue con el mismo tiempo de duración, limitándose al máximo  la circulación  vehicular, si bien es cierto aquí en Ambato el Alcalde  Javier Altamirano, ha defendido a su ciudad,  ha manejado bien  esta pandemia en conjunto con los médicos, los Gads parroquiales entre otras instituciones, los  patrullajes en las distintas zonas a fin de evitar que se irrespete el confinamiento, pues la idea es  que no se propague  el virus. 

Lamentablemente el gobierno no ha podido controlar la indisciplina de los ciudadanos, mientras unos acatamos las disposiciones dictadas por las autoridades, otros siguen como que no ha pasado nada, y ahora el gobierno ha entregado parte de las competencias gubernamentales a los Alcaldes y autoridades locales que cada cantón, y nos lanzan al abandono a ver como nos arreglamos,  Dios quiera que ya esta situación vaya apaciguándose, a fin de salir a trabajar, ya que la gente de clase media ya no aguanta más, lo poco que se ha tenido ahorrado también se va acabando, y desgraciadamente estamos  entre la espada y la pared o trabajamos y  tenemos para comer o nos morimos del hambre.

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