Rituales de fin de año / Fabricio Dávila Espinoza

Columnistas, Opinión

Hoy se despide un año difícil, marcado por cambios, novedades, adaptaciones y, ante todo, de aprendizajes. 

El 2020 quedará señalado en la historia como el año de la pandemia. Siempre habrá un antes y un después del Covid-19, cuando el mundo se detuvo y lo que parecía inmutable cambió drásticamente. 

En consecuencia, el 2021, representa el intento de reponerse de los golpes que dejó el año precedente y el esfuerzo de experimentar transformaciones, frente a las cuales, no existía preparación previa. 

Transcurridos casi dos años de la llamada “nueva normalidad”, al iniciar del 2022, muchas personas vuelven la mirada al cielo con el objetivo de pedir buena suerte, salud, trabajo, dinero, amor,… Algunas personas lo hacen a través de rituales conocidos o de tradiciones incorporadas a la cultura ecuatoriana desde costumbres extrajeras. La creatividad de las supersticiones no tiene límites. 

Entre los ecuatorianos, resulta cada vez más común comer 12 uvas durante los últimos segundos del 31 de diciembre. Algunas personas lo hacen con el pie izquierdo levantado, para entrar en el nuevo año con el pie derecho, es decir, con buena suerte. Así mismo, hay quienes creen que el color de la ropa interior es determinante para conseguir fortuna. Los ciudadanos que se aferran a la efectividad de este rito aconsejan permanecer todo el fin de año con prendas amarillas o rojas, según la necesidad. En el primer caso, para que los deseos de prosperidad se cumplan y en el segundo, para que no falte al amor. 

A estas cábalas suelen sumarse la costumbre de barrer la casa de dentro hacia afuera, con el fin de es expulsar las energías negativas; colocar las maletas de viaje detrás de la puerta de entrada de la casa o salir con ellas caminando por el barrio, para atraer un año cargado de viajes; bañarse con aguas aromáticas; realizar limpias con hierbas curativas; caminar con dinero en el zapato; etc. 

La verdad, para ser una persona con suerte es necesario asumir el control de lo cotidiano; dejar la zona de confort; realizar acciones que permitan crecer en todos los sentidos; rodearse de gente buena y moverse en la dirección correcta. Los rituales de fin de año no dejan de ser interesantes, pero todo depende de tener pensamientos positivos, practicar hábitos saludables y ser responsables, aún en las cosas más pequeñas del día a día. (O)

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