Prestar atención a la gente / Edison Narváez Z.

Columnistas, Opinión

 

Dentro de la familia, el barrio o la organizacion, no cabe duda que una las principales acciones que se deben practicar con mayor frecuencia es prestar atención a la gente; y la mejor manera de prestar atención a las personas es escuchandolas activamente.

Lo que sucede es que normalmente escuchamos pasivamente, es decir estamos silenciosos mientras el otro habla, incluso nos jactamos en manifestar que “sabemos escuchar”, pero normalmente lo que estamos haciendo es juicios sobre lo que el otro se está diciendo y pensando en cómo dar por terminada la conversación.

El hecho de escuchar activamente significa tratar de ver las cosas como las ve el que está hablando, es tratar de sentir las cosas como las siente el que habla; es decir que más allá de escuchar debemos identificarnos con el que habla, dicho de otra manera es entrar en el campo de la empatía, sin embargo dentro de la familia, el barrio o la organización éste “esfuerzo” es muy difícil de ponerlo en práctica, entre otras razones porque nunca nos enseñaron a escuchar activamente.

Tradicionalmente, nuestro sistema educativo nos ha enseñado a escribir y leer, pero nunca nos enseñaron como escuchar activamente, y es eso precisamente lo que más necesitamos los seres humanos para desarrollar una comunicación integral y poder entender y ser entendidos.

Escuchar activamente transmite un mensaje de confianza al que está hablando, porque piensa que realmente importa lo que él dice y por tanto asume que lo estamos valorando como persona. No debemos olvidar que los seres humanos tenemos la necesidad permanente de ser apreciados y animados.

Por otro lado, el saber escuchar no significa mostrar alegría todo el tiempo, ni de hacernos los simpáticos con todo el mundo; es necesario ser capaces de ponernos en el lugar del otro, sin que esto signifique que vamos a  aceptar todo, ni estar siempre de acuerdo con la posición del otro.

Ciertamente, escuchar activamente y/o mostrar empatía es quizá una de las mayores debilidades de nuestros líderes, pues el verdadero líder no anda pregonando a los cuatro vientos que él es el líder, hay que demostrarlo y una de las maneras es escuchar activamente, sin criticar a la persona, sino a lo que hace, evitando generalizaciones como por ejemplo siempre llegas atrasado, o nunca llegas puntual; es mejor decir algunas veces llegas atrasado, quizá esta forma de expresión lo haga sentirse valorado y probablemente mejore su puntualidad. (O)

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