Potencias cristianas / Pedro Reino

Columnistas, Opinión


Cuando mi madre me mostró al “Señor de la Justicia”, semi desnudo, sentado en un mueble cualquiera, con la mano en la meditación, le pregunté por qué le han puesto esos tres clavos que como abanicos lucía como adornos en su cabeza. Se llaman las “potencias”, me contestó. Seguramente me habría dado alguna otra explicación a mi requerimiento de no entender lo que era una potencia en un indefenso arruinado y arrumado Cristo, pintado en el espacio más oscuro de sus soledades.

Después fui enterándome de que los santos tenían aureola, en cambio, Jesús era el de las potencias. Según las explicaciones de entendidos, son tres “rayos de luz” las que tiene Cristo en su cabeza. Se ha dicho que son “el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”, lo que significan, pero me parece una analogía superficial. Más creo en aquella explicación  que dice que son la “luz del mundo” en la cabeza del Redentor.

Ya entrando en materia teológica, las tres potencias  son metáforas de tres facultades del alma, o del espíritu, diría yo. Simbolizan: “Entendimiento, voluntad y memoria”.

Las Potencias no se hacen en material cualquiera. Para eso está la plata, el oro y hay piedras preciosas para reforzar la ornamentación que es trabajo de orfebrería barroca. En cada uno de los monogramas o resplandores aparece una letra que deben colocarse en  el siguiente orden: JHS, que son las iniciales de: Jesús, Hijo, Salvador. Cada potencia termina en tres rayos o resplandores; y a veces aparecen dos rayos colaterales menores de refuerzo; pero que bien pueden ser la representación de conceptos originales griegos.

En una página virtual de “Al Cielo Cofrade”, se lee “Las potencias, aparte del objeto de ornamentación que conocemos, son un concepto filosófico del que ya Aristóteles habló en la Grecia Clásica y que retomaron filósofos católicos como Santo Tomás de Aquino y San Buenaventura. Aristóteles decía que los hombres teníamos cinco géneros de potencias del alma, de las que las más relevantes eran las “potencias intelectivas”: memoria, entendimiento (también llamado sabiduría) y voluntad que, conjuntamente, daban al hombre la capacidad de pensar, decidir por sí mismo, aspirar a la libertad y sobreponerse al mal. Los filósofos católicos fueron más lejos y en Jesucristo, Dios y hombre, unieron estas mismas potencias más desarrolladas, más perfectas, lo que le capacitó para asumir su destino, su Pasión, con fortaleza no sólo física sino de espíritu.”

Digamos entonces que estamos frente a un criterio sincrético que tomó el cristianismo de la filosofía griega. Se alude a que esta representación de Cristo con potencias, deviene del período Bizantino, en donde el Salvador aparece en las pinturas con esa como diadema que oculta la cruz y que pasó a potencias. Dado el criterio filosófico de los símbolos, la propia iglesia cristiana ha difundido en la iconografía el principio de que solo Cristo es el que debe ser representado con potencias, no así ni apóstoles, ni mártires, ni santos en general.

Haciendo memoria después de este historial, debió haber sido producto de la sabiduría de mi madre, la interpretación de que las adversidades y los sufrimientos se convierten en potencias para enfrentar la vida y sobreponerse al mal. (O)

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