Pesos pesados / Fabricio Dávila Espinoza

Columnistas, Opinión

El país está sumido en hechos de violencia sin precedentes. Las cifras y la realidad nos muestran que el problema es tan grande, que hace parecer intrascendente cualquier respuesta del Estado.

La nueva estrategia del gobierno es nombrar ilustres generales del ejército retirados, para hacerlos responsables de la seguridad nacional: Paco Moncayo y Wagner Bravo. Dos “pesos pesados” contra la inseguridad. Con este epíteto fueron posesionados por el presidente Lasso.

Para los flamantes paladines de la seguridad y el orden, la Patria está en peligro y la sensación de temor es generalizada. Este discurso es bastante conocido. Pero, los “pesos pesados” no están para contar historias, sino para buscar soluciones que el país, por ahora, desconoce.

En octubre del año pasado, el presidente Lasso twitteo: “Estamos trabajando en un Plan Integral de Seguridad y Paz para el Ecuador. Estamos reforzando la fuerza pública para darle tranquilidad a los ciudadanos”. Al mismo tiempo, en un diálogo con el entrevistador Carlos Vera, aseguró tener un plan dentro de un folleto que sostuvo en sus manos enérgicamente y que no dio a conocer porque era reservado. Ahora que los resultados saltan a la vista, puede decirse que este documento nunca existió o existiendo no llegó a aplicarse.

Los generales, Moncayo y Bravo, son considerados héroes del Cenepa, su nombramiento llega en un momento crucial; varios sectores de la sociedad aplauden el concurso y el patriotismo de los oficiales retirados de las Fuerzas Armadas; muchos consideran que están poniendo en juego su prestigio; algunos creen que representan el perfil idóneo para tan arriesgado puesto; etc. Los suspicaces dirán que, Moncayo y Bravo, afines a la Izquierda Democrática, son parte de la negociación política para salvar al presidente en el juicio Político.

Las figuras públicas, aunque tengan prestigio, no pueden hacer mayor cosas si no cuentan con políticas públicas y recursos. Y de esto, el país está enfermo de gravedad. No son los primeros uniformados en servicio pasivo del gobierno actual. Hoy están en funciones, en el Ministerio del Interior, en el servicio de inteligencia y en un hospital del seguros social conflictivo. Pero, los resultados no son óptimos. Sea como sea, los “pesos pesados” tendrán poco éxito si las fuerzas del orden siguen desatendidas y gastando sus energías empujando por la calle patrulleros recién potenciados inservibles. (O)

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