Palabras claves en la semana mayor/Ing. Patricio Chambers M.

Columnistas, Opinión

En la Semana Mayor del cristianismo, viene bien recordar algunas palabras asociadas a esta época pues a través de sus definiciones podemos reencontrarnos con aquellos significados que deberían orientar nuestra vida permanentemente.

La primera de ellas es “bondad” y como tal nos recuerda la cualidad de lo bueno así como la natural inclinación a hacer el bien, mediante acciones bondadosas. Bondad es la amabilidad de una persona respecto a otra como fórmula de cortesía.

“Humildad” es la segunda palabra que nos gustaría resaltar pues como tal, es la virtud consistente en el reconocimiento de las propias limitaciones y debilidades, para obrar de acuerdo con este conocimiento. Un acto de humildad no es un sobajarse, es entregar todo nuestro contingente en bien de los demás sin esperar reconocimientos y aplausos.

La virtud es vivencia de la “moral” y así se lo entendió en la antigua Roma. La raíz etimológica de este término, es “mores” o buenas costumbres, entendiendo la moral como una recta actitud ante la vida, con cierto sentido de heroísmo, valor y capacidad de trabajo que nos permite vencer nuestras propias limitaciones internas así como cualquier embate externo. Una persona virtuosa es quien vive con conciencia los valores y principios universales.
En el simbolismo romano antiguo es “Pteros” ósea las alas del alma, el motor que nos conduce de regreso a la felicidad en armonía con nuestro ser interior. Es el camino de la virtud que nos lleva a actuar éticamente en todo momento, perfeccionando al ser humano en su sendero hacia lo espiritual.

Por ello, la moral y la virtud van siempre de la mano, pues es mediante la virtud que podemos disponernos a obrar de acuerdo a los ideales como el bien, la verdad, la justicia y la belleza.

El filósofo Platón habla de las virtudes cardinales: la Templanza que nos permite refrenar nuestros impulsos instintivos, la Fortaleza necesaria para sostener la actitud debida en toda circunstancia, la Prudencia que nos mantiene en un justo medio fuera de los extremos y la corona de ellas, la Justicia que es dar a cada cosa el lugar que le corresponde en la medida correcta.

Lo que nos permite poner en práctica cada una de ellas, es una vocación de “servicio”, cuyo término está asociado con hacer algo en favor, beneficio o utilidad para alguien. El servicio también es una virtud que necesita ser desarrollada, pero como todo en la vida hay que hacerlo en gerundio, en acto es decir aprender a servir, sirviendo.

Pero todo ello sólo tiene sentido si detrás de cada acción del ser humano está el “amor”, aquella fuerza universal que une lo que aparentemente está separado. Es la luz que lo ilumina todo, desde el más pequeño de los átomos hasta las mismas galaxias y sabiduría es su otro nombre. Su expresión es energía y vida en todo lo existente.
En lo humano se manifiesta como aquel dar y servir sin distingos. (O)

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