Oración por los enamorados / Hernán Marcelo Guerrero

Columnistas, Opinión

Han pasado ya algunas horas de la celebración del día de San Valentín, el patrono de los enamorados, quien nació en Italia, cerca del año 190. Fue ordenado sacerdote y posteriormente obispo. Famoso por su evangelización, milagros y curaciones, ejerció en Roma durante el siglo III bajo el  dominio del emperador Claudio II, quien prohibía la celebración de matrimonios entre los jóvenes. El emperador decía que “los solteros sin familia son mejores soldados, ya que no tienen ataduras”. Valentín no acató el decreto, y desafió al emperador celebrando en secreto matrimonios para jóvenes enamorados. El emperador se enteró y lo mandó encarcelar. Fue torturado y decapitado el 14 de febrero del año 270.

La creencia general es que esta fiesta no es reciente, pero la realidad es que esta celebración data del Siglo III, y comenzó a cobrar más notoriedad a partir del siglo XIV, tomando como nombre de Día de los Enamorados o Día del Amor y la Amistad. El Día del Amor y la Amistad es una celebración muy bonita para nosotros los católicos pues es la oportunidad de celebrar la verdad del amor. Jesucristo nos dejó como mandamiento nuevo: “Ámense los unos a los otros como yo los he amado” (Jn. 13, 34), entonces el punto de referencia de cómo debo de amar no es cómo yo amo sino  como  se aman los unos a los otros como yo los he amado” (Jn. 13, 35). El fundamento de nuestra fe está en el amor, pues “Dios es Amor” (1 Jn. 4, 8). Como seres humanos todos anhelamos amar y ser amados.  Sin ningún interés. Y la prueba más grande de amor nos la dio Jesucristo. Él se entregó y derramó hasta la última gota de su sangre por nosotros, de la misma manera quiero agradecer a Paulina Pérez Carrión por ayudarme con este artículo y la oración que ella envía para los enamorados dice así.

En mi corazón, Señor, se ha encendido el amor por una criatura que tú conoces y amas.
Tú mismo me la has hecho encontrar y me la has presentado. Te doy gracias por este don que me llena de alegría profunda, me hace semejante a Ti, que eres amor, y me hace comprender el valor de la vida que me has dado. Haz que no malgaste esta riqueza que tú has puesto en mi corazón: enséñame que el amor es don y que no puede mezclarse con ningún egoísmo; que el amor es puro y que no puede quedar en ninguna bajeza; que el amor es fecundo y desde hoy debe producir un nuevo modo de vivir en los dos.

Te pido, Señor, por quien me espera y piensa en mí; por quien camina a mi lado; haznos dignos el uno del otro; que seamos ayuda y modelo. Ayúdanos en nuestra preparación al matrimonio, a su grandeza, a su responsabilidad, a fin de que desde ahora nuestras almas dominen nuestros pensamientos y los conduzcan en el amor. Amén. heguerrero9@hotmail.com

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