Nueva normalidad

Columnistas, Opinión

La pandemia del COVID 19 estableció el concepto nueva normalidad, como un escenario inédito, caracterizado por el distanciamiento social y varias medidas sanitarias distintas a las convencionales. Esto sirvió para controlar la pandemia. 

Normalizar significa pasar por normal lo que no lo es. La sociedad ecuatoriana se encuentra en el dilema de creer que, el conflicto interno actual es otra nueva normalidad, a la que tendremos que ajustar nuestra forma de vida.

La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga, posiciona al Ecuador como uno de los países con más cocaína incautada a escala mundial. En el 2007, se confiscaron 26 toneladas, en el 2008 fueron 30, en el 2009 subieron a 72, en el 2010 bajaron a 18, en el 2011 subieron nuevamente a 26; en el 2012 fueron 42, en el 2013 fueron 56, en el 2014 bajaron a 50, en el 2015 subieron a 79, en el 2016 fueron 110, en el 2017 bajaron a 98, en el 2018 subieron a 97, en el 2019 bajaron a 82, en el 2020 fueron 128, en el 2021 se superó las expectativas cuando fueron incautadas 210 toneladas, en el 2022 bajaron ligeramente a 201 y en el 2023 se llegó al recordó de 220. La evolución anual de las cifras es contundente. 

Con estos datos, actualmente ocupamos el tercer puesto en mundo con más droga aprehendida y para muchos ecuatorianos, esta realidad tiende a normalizarse. Trasciende como una noticia más haber encontrado cerca de 20 toneladas de droga en un solo lugar, debajo de una chanchera. Genera admiración efímera saber que el importe ilegal del contenido de esta bodega podría superar los 1000 millones de dólares. En la aparente nueva normalidad se trata de una noticia más. 

Los ecuatorianos padecemos el síndrome de la rana hervida. Este fenómeno social retrata la forma cómo aceptamos situaciones cada vez más vergonzosas, cuando esas condiciones se introducen en la conciencia colectiva no de golpe, sino de modo imperceptible. Como la rana se acostumbra a la temperatura del agua hasta quedar cocida, la población normaliza que se incaute una cantidad tan grande de estupefacientes, que se destruya dos toneladas por hora, que se haya detenido únicamente al cuidador de la finca y que no se conozca a los principales actores del ilícito. Esta, no puede ni debería ser la nueva normalidad del país. (O)

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