En nombre de los tres / Mario Fernando Barona

Columnistas, Opinión

No hace falta haberlos conocido, ni que hayan sido amigos, compañeros o familiares, el Ecuador entero lloró su muerte con igual sentimiento que si lo hubieran sido. Javier, Paúl y Efraín fueron asesinados por los narcoterriristas colombianos porque así lo decidieron desde el primer instante del secuestro. Guacho y los suyos hicieron honor a los designios más canallescos de la delincuencia organizada al jugar aviesamente durante los días de cautiverio con la nobleza de corazón de millones de ecuatorianos que esperanzados confiábamos en volverlos a ver, creyendo que en el de los delincuentes iba a destellar una chispa de compasión. Una vez más, qué ingenuos fuimos.

 

Pero así como su muerte ya estuvo predestinada por estos infames, así también lo estuvo la hipocresía y mañosería política de algunos que abren la boca sólo para confirmar su bajeza de espíritu hasta en estos casos en los que debería reinar el respeto y la solidaridad.

 

Patricio Mery Bell y Amauri Chamorro, dos de los más importantes activistas del correísmo en redes sociales, difundieron en Twitter la idea de que el secuestro de los tres periodistas de El Comercio (hoy muertos) es falso, además que las explosiones terroristas en Esmeraldas son “autoatentados”. Escribieron lo siguiente: “No les creo nada. Quiero pruebas antes de confirmar el hecho. El gobierno es una máquina sistemática de mentiras e imprecisiones. No sería extraño que un equipo del gobierno los hubiese secuestrado para mantener el libreto.” P. Mary. “Los auto atentados en Esmeraldas son una estrategia para que la opinión pública apoye la vuelta de una base militar gringa en Ecuador. La súplica de los charlatanes y el silencio de los hipócritas sobre este tema.” A Chamorro.

 

Así, con una descarnada frialdad, se inventan escenarios tan groseramente protervos justificados únicamente por la defensa irracional a un individuo del que seguramente recibieron el favor de un plato de lentejas. Pero esa actitud de obsecuente reverencia al mismo personaje se evidencia también aquí en nuestro medio, con uno que otro fervoroso y radical correísta, como cuando a uno de ellos le recordé que todo lo que hoy estamos viviendo (secuestros, extorsiones, bombas, terror y muerte) sería producto del dinero que habría recibido Correa para su campaña electoral del 2006 por parte de las FARC y que sin embargo hasta la fecha no se ha investigado nada. Su reacción, en vez de ratificar el apoyo a la investigación judicial -como habría sido lo sensato- procuró mas bien insinuar mañosamente que la prensa se había valido de dichas declaraciones para causarle daño al expresidente publicando “en primera plana” esa noticia, como diciendo “eso sí publican”. Se deduce entonces que para los correístas habría sido “buena prensa” si ésta no informaba nada de eso.

 

El terrorismo paramilitar asesina gente, el terrorismo ideológico, como el que practican estos individuos, mata la libertad. En nombre de los tres, hemos de enfrentar y derrotar también a este último. (O)

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