No soy Lenín Moreno / Fabricio Dávila Espinoza

Columnistas, Opinión

A inicios de la presente semana, el presidente argentino, Alberto Fernández, se refirió al Licenciado Lenín Moreno, dentro de una entrevista al responder una pregunta sobre sus discrepancias con la vicepresidenta, Cristina de Kirchner. Los problemas trascendentales del país deben esperar. Por ahora, más importante resulta desviar la atención.

Fernández le dedicó estás palabras a nuestro primer mandatario: “Yo no soy Lenín Moreno. El que lo imaginó no me conoce. Yo puedo tener diferencias con Cristina”; pero dice que está muy lejos de abandonarla: “Yo acá llegué con Cristina y de acá me voy con Cristina”. Al final del mandato se juzgará si esta declaración de lealtad es verdadera.  

El heredero de Kirchner, seguramente refería a la ruptura de Moreno con Jorge Glas y varios adherentes del correísmo. Queda claro que, para los socialistas del siglo XXI, Moreno no es sino un detractor de su supuesta ideología progresista y no ven la hora del retorno de Correa para que lidere el fallido proceso revolucionario de la espada de Bolívar, que aún camina por América Latina. Este no es el primer impase con sus excompañeros de lucha. Anteriormente, en octubre del 2019, Moreno, calificó de “asno” a Nicolás Maduro, en una creativa y diplomática respuesta, al sucesor de Chávez, después que Moreno fue tildado de “estúpido” desde Caracas.  Es una pena que los examigos socialistas, progresistas y hasta populistas se lleven de esta forma.  

La protesta oficial fue inmediata, tanto en el ámbito diplomático, como en Twitter. El gobierno decidió llamar a consultas al embajador ecuatoriano en Argentina, para analizar las relaciones con este país; y al mismo tiempo, Moreno, por su cuenta, twitteó: “A propósito de la gavilla de mafiosos internacionales que actúan sincronizados” y citó una frase de Mark Twain: “nunca discutas con un estúpido, te hará bajar a su nivel”.

Mientras tanto, casa adentro, un ministro se niega a publicar la lista de los vacunados, los combustibles empiezan a subir significativamente, los alcaldes protestan por los recursos que no reciben sus municipios, el Tribunal Contencioso Electoral todavía no se pronuncia sobre la denuncia de fraude, la masacre de las cárceles no tiene culpables, el narcotráfico crece, la ley para defender la dolarización está estancada y la campaña a la presidencia continúa, aún sin haber iniciado. En estas condiciones, todo desvío de atención, estratégicamente, ayuda. Además, al día de hoy, muy pocos funcionarios quieren estar junto a Moreno y mucho menos parecerse a él. (O)

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