Naturaleza poderoza / Jaime Guevara Sánchez

Columnistas, Opinión

Sobre las terribles nevadas que están matando a cientos de personas en Europa, los marchamos comunes compartimos el pesar por la tragedia, por los indigentes sin un tugurio donde refugiarse.

Quienes hemos trajinados por esos pagos sabemos lo que son esos inviernos. Cierro los ojos y siento el congelamiento de pies a cabeza. Hay dos tipos de experiencias, la de turistas que viajan con el propósito de contemplar la nevada, disfrutan su blancura; logran modelar un muñeco de nieve para la fotografía del recuerdo.

El otro caso. La dura experiencia del ecuatoriano que emigra a Norteamérica, a Europa, en búsqueda de trabajo, de un futuro relativamente superior a las perspectivas del suelo nativo Asunto discutible.

Para salir a trabajar en invierno hay que empaquetarse casi como momia egipcia. Una serie de medias, zapatos, botas de caucho, sacos, abrigos bufandas, gorras, gafas, guantes, orejeras, etcétera, etcétera. El primer paso en la intemperie es un golpe fulminante de los quince grados bajo cero. Caminar tres cuadras hundiéndose hasta la rodilla en los montones de nieve, los pies adoloridos. Embarcarse en el metro, apretado como sardina entre el tumulto de pasajeros, la calefacción del tren alivia el congelamiento. Salir a la intemperie en la parada correspondiente. Luego, ocho horas de sacarse el aire en trabajos imaginables e inimaginables. Un timbrazo indica el término de la jornada y el inicio del congelado retorno a casa.

Si el ecuatoriano estudia, “triunfa” y logra ubicarse en un trabajo especializado, como profesionales científicos, catedrático universitario, alcanza un alto nivel económico. Pero ni el ingreso millonario puede modificar el poder de la naturaleza, los efectos de una temperatura de veinte grados bajo cero. Ante el poder de la naturaleza, el hombre es una hormiga. Hormiga tarada que cree poseer entelequia sobre natural.

Los expertos consideran que estos descalabros de la naturaleza son el resultado del calentamiento global, producido por el constante irrespeto del hombre contra el medio ambiente. Las emisiones de humo, de gases tóxicos, todos calientes, arrojados hacia la atmósfera, están elevando la temperatura global. Mas, como vivimos en un sistema económico-financiero dedicado a la ganancia, todo tiene justificación. Se soslayan los desequilibrios de la naturaleza…Hasta que un buen día pasaremos a constituir parte integrante de esos gases calientes. Entonces, todos, culpables e inocentes, nos elevaremos al cosmos infinito; ¡o los tumbos y retumbos de mares y ríos congelados nos sepultaran en los quintos infiernos…La tierra iniciará su enésima evolución… en paz! 

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