Municipio incendiaba casas de infectados de bubónica. 2016 / Pedro Reino Garcés

Columnistas, Opinión

La pobreza, la peste y el municipio vienen marcados como el azote de los ambateños pobres de hace cien años. Lo ha dicho el médico Dr. Luis J. Martínez V. que nos ha legado un folleto sobre el desarrollo de la peste bubónica en Ambato y sobre lo cual he publicado una anterior entrega para este mismo diario. La distancia social por la brecha económica, estaba marcada hasta en lo territorial, y como las élites ocupaban los poderes administrativos de la ciudad, se nota la indolencia espiritual en la disposición emitida para combatir la peste proliferada desde la Perla del Pacífico.

Se había dispuesto cuatro “medidas para evitar la propagación de la peste: 1º.- Aislamiento de las personas atacadas.” Por falta de un hospital, fueron a adaptar el Lazareto en la Estación del Ferrocarril”. ¡Qué ironía! Buscaron un espacio donde pululaban  las ratas causantes del problema y que movilizaban a las pulgas contagiosas. 2do.- Se establecieron las Cuadrillas por parte del municipio que con las trampas cazaron más de dos mil ratas en la primera cacería.

“3º.- Saneamiento de casas y lugares aprestados. Las casas donde se observaban casos de peste se fumigaban cuando era posible; para  después proceder  a incinerarlas; esta medida resultó contraproducente, pues, del temor de perder su miserable vivienda, no se denunciaban los casos; la culpa tenía la Municipalidad que no pagaba los perjuicios o lo hacía muy tarde; por otra parte, las medidas eran  muy violentas y hasta sin objeto; porque las incineraciones eran, en su mayor parte, mal hechas y no se tenía cuidado de hacer el menor inventario de los objetos quemados. El saneamiento de los domicilios se hacía por medio de 4 cuadrillas que contaban con 40 hombres; la eficacia del modo empleado por estas cuadrillas   para sanear los cuartos es muy problemática, ya que  apenas se reducían a barrer muy por encima y a regar un poco de solución de kreso que no mataba a las pulgas.- La naptalina es, en mi concepto, la mejor substancia para disminuir o matar estos insectos.” La 4ta.- medida tenía que ver con el saneamiento de la carga que se enviaba fuera por el ferrocarril, sobre todo a Guayaquil. Pero hay que recordar que  se importó la peste justamente por las ratas que venían desde el Puerto.

En otro acápite el médico habla sobre la vacunación en estos términos: “…si calculamos la población de Ambato en 10.000 habitantes, se vacunaron 7.000… la cantidad de linfa Haffkine que el Gobierno y la Municipalidad pudieron proporcionar fue deficiente; y gran número de personas se vacunaron con linfa conseguida particularmente y hasta se llegó a pagar 20 sucres por un tubo de 10 dosis…” He aquí la constante de siempre. La salud del pueblo no ha sido, ni sigue siendo una prioridad estatal. Con la pandemia del covit  pasa igual, para esta fecha una prueba vale 40 dólares.

Veamos el  dato sobre los profesionales: “… El personal del Lazareto era el siguiente: un médico jefe del Lazareto, un estudiante ayudante, dos hermanas de la Caridad, un enfermero, una enfermera, cocinera, lavandera y una cuadrilla de 4 peones…todo el personal  estaba vacunado, excepto la enfermera a la que no fue posible conseguir, lo hiciera.”

Es posible que a los urbanistas les interese este dato: ““La población de Ambato, como es sabido, está dividida en dos regiones muy diferentes… el Centro, se extiende desde la Escuela Municipal hasta el extremo Sur, y la segunda conocida con el nombre de Barrio, de la Escuela hasta el extremo Norte. En el Centro vive tan solo la clase acomodada de  la sociedad, la cual goza, en relación de su fortuna, de algunas comodidades y observa algunas reglas de higiene. En la segunda vive el pueblo, es decir, el obrero: carpinteros,   zapateros, etc. Estos ocupan casas de una sola planta, construidas  sin ningún plano y sin observar  el menor precepto higiénico. 

Son casas que tienen dos o tres habitaciones estrechas,  que cada una sirve: de dormitorio, comedor, cocina y lugar de trabajo de toda la familia; y en muchas de ellas se alojan también, los animales domésticos: cobayos, gallinas, etc. Los cuartos pavimentados son muy pocos: en la parte inferior de las paredes, se ven numerosos orámenes,  indudable vivienda de las ratas; estos orámenes comunican con las casas contiguas, de modo que estos animales pueden correr toda la manzana, pasando por diferentes lugares de comunicación construidas por ellas mismas. Por otra parte, como los desperdicios de cocina, son arrojados en el suelo, las ratas encuentran por la noche la mesa puesta; además, la aglomeración de trastos en la misma habitación es enorme y encuentran lugares apropósito para esconderse.”…

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