Miscelánea parlamentaria 

Columnistas, Opinión

La frase «mayoría deleznable de una legislatura pegada con babas» ha pasado de ser una expresión colorida y metafórica, para concretarse en realidad incuestionable, sometida duramente a la crítica ciudadana respecto de la calidad o integridad de un específico grupo congresal.

De hecho, la cita, ha sido y es utilizada para describir una situación en la que una gran parte de legisladores son vistos como no íntegros o insuficientes, de suerte que sus decisiones políticas, se perciben resultantes o motivadas por corrupción, clientelismo o interés personal, en lugar del interés general. 

La percepción social es sin duda una crítica fuerte, que implica una falta de respeto y confianza a la forma en que se lleva a cabo la gobernanza por parte de esa mayoría legislativa.

Pero aquello, no es sino resultado de visualizar y advertir incongruencias y desatinos secuenciales que obscurecen el funcionamiento del órgano congresal, porque… se pueden hacer muchas cosas bien, pero con una mala –de tamaño irreconciliable- que se intente o cometa, el reconocimiento, se vuelve señalamiento y demanda. 

Si nos detenemos en algunos de los términos citados puede ser más fácil desenmarañar la realidad aludida.

El vocablo «deleznable» por ejemplo, refiere la existencia de una colectividad parlamentaria que se percibe como infecta, ineficaz o que no actúa en el mejor interés del público o de la democracia.

La expresión metafórica “pegada con babas” se enfoca en la cohesión o unidad de esa mayoría que no se basa en principios sólidos o en un compromiso genuino con el bien común, sino en conexiones débiles, intereses personales o acuerdos bajo la mesa. De suyo, las «babas» simbolizan algo viscoso, inestable y poco confiable, como insinuando o pretendiendo hacerlo, en el sentido de que la alianza es frágil y posiblemente motivada por beneficios egoístas o de corto plazo.

Si se profundiza en el «pensamiento misceláneo» verificable en el hilo legislativo, veremos que se trata de una referencia a la diversidad de opiniones, perspectivas y enfoques presentes en dicha institución; particular que, en un parlamento cuyos miembros provienen de distintas regiones, grupos sociales, y afiliaciones políticas, lleva a suponer que contribuye a un amplio espectro de ideas y propuestas.

Esa diversidad es fundamental en una democracia, porque asegura que se consideren múltiples puntos de vista antes de tomar decisiones que afectarán al país en su conjunto. 

Pero el «pensamiento misceláneo» en mención también puede implicar la complejidad y el desafío de lograr consenso en un ambiente donde coexisten tantas perspectivas diferentes y, expresarse, en la creación de leyes y políticas más equilibradas y consideradas, aunque también puede resultar en conflictos o en la necesidad de asumir compromisos y perder -por ellos- independencia y dignidad.

Finalmente sería deseable que ese pensamiento legislativo refleje la riqueza y la complejidad de la representación democrática, subrayando la importancia de la inclusión de diversas voces en el proceso esencial de deliberación y debate, permitiendo una evaluación a fondo de políticas y leyes propuestas para que cumplan con su función principal de organizar la vida en sociedad, proteger los derechos y libertades, y resolver conflictos de manera justa y ordenada.

Lo único cierto es que, mientras mayor sea el acceso al debate y a los textos en discusión, mejor será la capacidad de discernir, asimilar y entender sus alcances, y contribuir con ideas y propuestas al enriquecimiento de la ley. 

Recordando que, aunque las leyes buscan cierta permanencia, son dinámicas en el sentido de que pueden ser modificadas, derogadas o sustituidas en respuesta a cambios en la sociedad, la tecnología, la economía o las percepciones de justicia. (O)

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