Milei y la justicia social injusta

Columnistas, Opinión

En Davos, la pequeña ciudad ubicada en los Alpes suizos, el excéntrico Milei se llevó consigo la inmensa audiencia de empresarios e inversores, con su descarnada defensa del capitalismo, habiendo dejado a otros presidentes, como Macron de Francia y Sánchez de España, en la orilla de los oradores intrascendentes, a los que muy pocos escuchan y siguen por no ser otra cosa que amplificadores de los lugares comunes de la socialdemocracia. 

De la justicia social dijo una verdad, esto es, que “el problema de la justicia social es que no es justa” ni aporta al bienestar general, al tiempo que el Estado se financia con impuestos pagados coactivamente. Le faltó manifestar que no se beneficia a todos los pobres, como sería lo esperado, con las medidas estatales redistributivas adoptadas selectivamente en beneficio de unos pobres, para convertirlos en clientela electoral, y no de otros marginados de cualquier política social. Con la bandera de la justicia social, a la que, con propiedad, se le debe calificar de injusta, los operadores del Estado pervierten la finalidad esencial del bien común.

Milei sacudió el escenario de Davos, diseñado para que los globalistas hablaran de los grandes consensos, se fotografiaran y retornaran a sus países a dedicarse a la implementación de políticas orientadas a debilitar el espíritu empresarial y a trasladar los prejuicios del globalismo en contra de la producción industrial y la explotación de hidrocarburos.

Ninguno de los oradores tuvo la entereza de protestar por la perniciosas consecuencias de sustituir a los combustibles fósiles como fuente de energía, luego de la tragedia ocurrida recientemente en varias ciudades de Estados Unidos, donde se paralizaron los puntos de carga de  los vehículos eléctricos por las bajas temperaturas que dejaron congelados  los dispositivos ubicados en los espacios públicos. Los vehículos tuvieron que ser remolcados por vehículos a gasolina para despejar las colapsadas vías. Bastó que el invierno trajera una ola de frío para que se pudiera apreciar la fragilidad del sistema de funcionamiento de los vehículos eléctricos.

Hizo bien el Presidente Noboa en declinar la invitación al foro de Davos. Su prioridad era la grave situación del país, por lo que prefirió quedarse en Ecuador. Y si algún tema hubiera tenido ineludiblemente que abordar para despertar el interés de los privilegiados asistentes, es el de la incomprensible decisión de una mayoría ingenua de cerrar el ITT, privándole al Fisco del dinero para financiar tanto medidas de la justicia social injusta como acciones de los policías y de los militares para combatir la inseguridad.  (O)

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