Memoria selectiva / Fabricio Dávila Espinoza

Columnistas, Opinión

Hay tres tipos de memoria: sensorial, a corto y largo plazo. Casi podríamos hablar, no de memoria, en singular, sino de memorias, en plural. Esto, dicho a grandes rasgos. Sin embargo, a la lista, suele añadirse, por uso común, una memoria llamada selectiva.  Esta, se refiere a todas las situaciones en las que existe una capacidad excepcional de recordar cierta información y al mismo tiempo, sufrir amnesia frente a las experiencias que resultan incómodas. 

Científicamente, esta memoria no es considerada como tal. Más bien, se trataría de un proceso que permite distinguir, los datos que se quiere recordar, de aquellos que necesitan ser evadidos. Definitivamente, cuando se habla de este tema, es común, señalar que la memoria selectiva habilita el recuerdo de lo que conviene. Dicho esto, asocio el tema a una vieja práctica, cada vez más común entre muchos políticos, que a su antojo, olvidan temas relacionados con su desempeño; desconocen intencionalmente hechos del pasado que pueden afectar su presente o futuro; rechazan antiguas amistades y hasta niegan a la familia. 

En su momento, el expresidente Correa, blindaba su entorno familiar y político, pero después decía no conocer a nadie y tampoco quería hacerse cargo de la corrupción orquestada en sus propias narices o tal vez con su consentimiento. La memoria selectiva en la clase política se activa con tal de conseguir la absolución de presuntos delitos. Siguiendo este ejemplo, el último episodio de olvido intencional involucra a la principal autoridad de la capital de la república, con un grillete electrónico desde hace varios meses. 

El removido alcalde quiteño, recuerda con precisión haber sido un héroe durante el inicio de la pandemia, pero no tiene tanta memoria para saber, si la dependencia judicial a la que asistió hace pocos días, para interponer un pedido de auxilio que le mantenga en su cargo, está en el norte o sur de la ciudad; tampoco tiene memoria de las anomalías en las direcciones departamentales y empresas de su municipio; dice desconocer las gestiones artísticas y los negocios que su hijo realizaba “a sus espaldas” dentro del ayuntamiento; no supo de las transferencias fraudulentas desde las arcas del cabildo hacia cuentas en el exterior; sabe muchas cosas y olvida otras; es una persona de memoria sumamente selectiva. Mientras tanto, el Tribunal Contencioso Electoral de Ecuador ratifica su destitución. 

Hechos de este tipo afectan a la institucionalidad del país. Tenemos una tarea por delante. Los ciudadanos no podemos borrar de nuestra memoria, a los que deliberadamente desvanecen su pasado. (O)

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