¿Por qué hacemos lo contrario? / Klever Silva Zaldumbide

Columnistas, Opinión

En nuestro organismo más de 250 clases de células realizan sus actividades diarias, más de las 50 funciones que cumplen las células hepáticas son exclusivas de ellas y no se superponen a las de las células musculares, renales, cardiacas o cerebrales, sería catastrófico que tan sólo una de ellas se malograra. La vida de cualquier célula es muchísimo más breve que la nuestra.

Las células de la piel mueren por cientos cada hora, al igual que las inmunológicas que combaten incesablemente cada milésima de segundo, el egoísmo resulta inconcebible incluso cuando la supervivencia está en juego. Cada célula permanece en contacto con todas las demás, hay células mensajeras que corren en todas direcciones para notificar a los “puestos avanzados” más lejanos, cualquier intención o deseo de retirarse o negarse a actuar comunitariamente resulta inconcebible. Las células reconocen que cada una es igualmente importante, todas las funciones del cuerpo son interdependientes, realizarlas de manera aislada resulta inconcebible. Cada célula cumple funciones específicas, éstas se combinan de manera creativa como digerir alimentos que nunca había comido, concebir pensamientos nuevos…aferrarse a conductas limitadas resulta inconcebible.

Las células obedecen al ciclo universal de reposo-actividad y se manifiesta de distintas formas (niveles hormonales fluctuantes, presión sanguínea, ritmos digestivos), su expresión más obvia es el sueño. Sigue siendo un misterio por qué necesitamos dormir, pero si no lo hacemos sufrimos disfunciones graves, el vigor del cuerpo se incuba en el silencio de la inactividad, la actividad obsesiva o la agresividad resultan inconcebibles. Las células operan con la menor cantidad posible de energía, en general, sólo almacenan tres segundos de alimento y oxígeno dentro de la pared celular. Confían totalmente en que se les proveerá, el consumo excesivo de alimento, aire o agua resulta inconcebible. Debido a su herencia genética común, las células saben que, en esencia, son iguales, el hecho de que las células hepáticas sean diferentes de las cardiacas, y las musculares de las cerebrales, no contradice su identidad colectiva que es inalterable.

La actividad principal de las células es dar, lo que mantiene la integridad del resto. El compromiso total con el dar produce automáticamente la otra mitad del ciclo natural, la recepción, el acumular resulta inconcebible. Las células se reproducen para transmitir su conocimiento a su descendencia sin restricciones, experiencia y talentos, la brecha generacional resulta inconcebible. Cada célula del cuerpo acuerda trabajar por el bien del todo, si es preciso, morirá para proteger al cuerpo, el bienestar individual es inconcebible. Si las cualidades naturales de la inteligencia celular humana son opuestas al egoísmo, a la incomunicación, al aislamiento, al consumo excesivo, a la actividad obsesiva y agresiva, ¡¿por qué nosotros hacemos lo contrario?! (O)

MEDICINA INTEGRATIVA ORIENTAL

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