El cuello y sus problemas (segunda parte) / Kléver Silva Zaldumbide

Columnistas, Opinión

La semana pasada habíamos descrito las bondades de nuestro cuello y que por su disposición y estructura es un regalo divino su funcionabilidad, su versatilidad y sus capacidades de hacer y deshacer sus funciones biomecánicas.

Un dolor de cuello puede ser fácilmente diagnosticado con la ayuda de sofisticados exámenes que tenemos actualmente, será considerado un dolor netamente físico, quizás haya contracturas, sobre distensiones, desgarros, degeneración de estructuras articulares, ligamentos, tendones, cartílagos etc. Así mismo podría ser tratado de una manera medicamentosa estandarizada de acuerdo a los hallazgos encontrados y hasta termine siendo de solución quirúrgica si es que existe alteraciones mecánicas intratables.

Esta vida frenética que nos obliga a estar mucho tiempo concentrados en manejo de vehículos, en malas posiciones laborales, nos quedamos dormidos con el cuello mal ubicado, con vicios posicionales al hacer tareas e incluso al tratar de descansar y las largas y extenuantes horas en teletrabajo, teleeducación y no olvidemos los efectos traumáticos acumulativos laborales donde se utiliza cuello y brazos.

También se considera que son factores muy determinantes: Nuestra falta de cuidado preventivo con gimnasia de cuello todos los días. En otras partes del planeta, el ejercicio y la gimnasia es a diario, pues por allá no conviene que se enfermen, en cambio por acá, quizás, no es negocio sanar. Nuestro perfil idiosincrático como el “ya me ha de pasar” “vecino (boticario), deme algo para el dolor” “oye, tú que estudias medicina, ¿qué me puedo tomar?” cosas como: “gateando para ir al médico” “¡qué voy a estar gastando!” “vecino, póngase esto o el otro, a mí me hizo bien” y así por el estilo. Hacemos caso omiso a los prodigiosos mecanismos de alarma iniciales que tiene nuestro grandioso organismo, me refiero al dolor mismo, ya que en este caso es tipo alarma, nos avisa que algo malo está pasando, pero en muchas ocasiones nos preocupa solo acallarlo supresoramente vía farmacológica. Otro desatino “cultural” que nos provoca extravío y un agobiante peregrinaje, “saltando” de médico en médico, es nuestro sistema de creencias, nuestra absurda “domesticación” que va en contra del sentido común y la lógica racional de las cosas… creer y querer que todo sea mágico, fácil, rápido, cómodo y de consumo. El consumismo y el mercantilismo nos ha amputado de nuestro cerebro la premisa de que todo en nuestro organismo y en la naturaleza del planeta Tierra, es un proceso, queremos con una inyección a la vena y ya estar bien en un día. No respetamos el reposo requerido para la regeneración de nuestros tejidos y estructuras.

Finalmente y rompiendo esquemas mecanicistas, debemos considerar que las emociones afectan nuestro cuello y consecuentemente nuestra biología, No se acabaría la lista de factores que terminen en dolor de cuello: Los trastornos emocionales que se desencadenan por nuestros problemas actuales por la pandemia, muerte de un ser querido, enfermedad, miedo a adquirir la enfermedad, estrés luego de haberla adquirido y haber vivido una pesadilla, problemas económicos, pérdida de trabajo, deudas, que a la postre terminarán contracturando nuestro cuello. (O)

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