Mecanismo de defensa

Columnistas, Opinión

Las conversaciones que sustentan los casos Metástasis y Purga produjeron una hecatombe. La fiscal Diana Salazar decidió publicar los mensajes de texto encontrados en los teléfonos celulares de Leandro Norero, conocido bajo el alias El Patrón en diciembre del año pasado. A partir de este hecho, los implicados desmienten toda mención, cuando se refiere a ellos, pero les falta muy poco para aplaudir, cuando las menciones están dirigidas a sus opositores.

La mejor defensa es cerrarse a la banda cuando la alusión no es beneficiosa, mientras que el mejor ataque es admitir cualquier cosa, cuando la misma fuente, toca el nombre de los antagonistas. Así funciona la negación como mecanismo de defensa. Los animales resuelven el peligro de forma instintiva, huyendo o atacando. Las personas abordan situaciones de conflicto con estrategias de análisis y gestión de la información.

Precisamente, los mecanismos de defensa son respuestas creadas con la finalidad de minimizar las consecuencias dolorosas de las acciones propias, de modo que sean más aceptables o permitan conservar la autoimagen. Existe varios mecanismos, clasificados de acuerdo a las características de cada persona y el momento o circunstancia que experimenta. En palabras más simples, se trata de refugios ante los chubascos, que permiten no mojarse o por lo menos, mojarse poco.

La negación es una de las prácticas más comunes. Sucede con los alcohólicos. Ellos negarán cualquier problema, aunque para los demás sea evidente su enfermedad. Se produce en el caso del duelo. De hecho, la negación corresponde a la primera fase de este proceso emocional para no conectar con el dolor. Cuando se enfrenta situaciones dolorosas, amenazantes o incómodas, es común recurrir a la negación.

En el escenario actual, donde la incursión de organizaciones delictivas en la sociedad ecuatoriana ha provocado una crisis sin precedentes, los actores políticos niegan estratégicamente cualquier vínculo al sentirse amenazados. Los casos de corrupción denunciados por la fiscalía general los últimos meses dan cuenta de esta vieja práctica. Los comprometidos en conversaciones delicadas buscan deslindarse de cualquier forma, declarando su inocencia, descalificando a los denunciantes o autocalificándose como perseguidos políticos.

Al reconocer el procedimiento de los presunto implicados en corrupción, estamos dando pasos importantes, para identificar a los que están en el lado de la justicia y a los que caminan por la senda oscura de la delincuencia o como se dice en lenguaje coloquial: ningún ladrón dirá haber robado. (O)

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