Marketing personal / Edison Narváez Z.

Columnistas, Opinión

Una de las profesiones más antiguas en el mundo es la del vendedor (desde la Prehistoria, cuando el hombre primitivo inició a practicar el trueque como un acto básico de negociación); esta actividad se ha venido perfeccionando a lo largo del tiempo, tanto o más que otras. De hecho así como médicos, abogados o arquitectos se actualizan en función de los avances de sus especialidades, así  mismo el vendedor debe actualizarse permanentemente en varios frentes, y no únicamente en conocer el producto para venderlo.

Pues bien analicemos en primer término que o quien es un vendedor: En términos generales un vendedor es la persona que ofrece un producto o servicio, y se lo conoce como Asesor Comercial, Ejecutivo de Ventas, Oficial de Negocios, etc.

Más allá de  la consabida definición aséptica de vendedor, es importante aceptar el hecho de que todos de alguna manera somos vendedores, y es que para poder cumplir eficientemente nuestra misión  en nuestra vida hay que aprender a venderse uno mismo, pues a los conocimientos y/o títulos obtenidos hay que sumarles credibilidad, actitud, sensibilidad y capacidad persuasiva.

Los seres humanos siempre estamos comunicando, es imposible no comunicar porque paradójicamente al no comunicar comunicamos. El marketing personal no comienza en la retórica sino en la escucha, de hecho el principio del marketing personal es conocer al interlocutor.

La energía para venderse uno mismo se origina en el autoconocimiento. El que no sabe lo que quiere no quiere lo que hace y no le pone pasión e inteligencia emocional. Al entusiasmo hay que agregarle creatividad para llevar las ideas a la práctica.

La imagen de quien domina el marketing personal se potencia con una sonrisa en su voz, la vocación de servicio y la escucha empática.

El hecho de venderse uno mismo no tiene grandes secretos: hay que conocer el “producto” y mostrarlo a los demás presentando su mejor cara. No se trata de mentir, sino de resaltar nuestros puntos fuertes;  construir nuestra propia imagen, eso significa presentarnos a los demás de una determinada manera, aunque sin intentar engañar cambiando nuestra personalidad.

Es importante evitar errores tontamente como vender una imagen de persona seria y responsable y llegar tarde a nuestros compromisos. Nuestra  imagen se construye poco a poco, pero empieza con los detalles y por mucho que la cuidemos, si no somos naturales, sinceros y respetuosos con nuestros interlocutores, nunca nos tomarán en serio. Estimados lectores, es imperativo reflexionar en el sentido de que siempre  nos estamos vendiendo, en cualquier momento y en todo lugar.

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