Manuel María Pólit Lasso en el río Topo. 1921 / Pedro Reino Garcés

Columnistas, Opinión

Hace cien años, un “20 de julio de 1921, llegó a Baños en visita pastoral Su Excelencia el Sr. Dr. Dn Manuel María Pólit Lasso, Arzobispo de Quito”, quien  tres años antes, en 1919 había sido nombrado para ese cargo. Pletórico de romanticismo debió haber celebrado una misa en medio de la selva exuberante y junto a ese río indomable que fue el Topo, el que ahora pasa con “grillete electrónico” por debajo de dos puentes que son testimonio de los desafíos históricos de los tiempos modernos, puesto que antecedentemente, todo se lo cargaba y de todos se burlaba.

“El río Topo en tiempos pasados fue de historia y leyenda.  Hasta sus orillas llegaban los misioneros y demás caminantes que se aventuraban en sus excursiones por las inmensas soledades del Oriente…Al llegar allí se encontraban con la ingrata sorpresa: el río se encontraba crecido…había que esperar hasta 2 o 3 días. Luego, a tender el puente provisional, el que consistía en dos cañas de guadúa, largas y débiles. Tendido el frágil puente, las cañas llegaban solamente hasta la mitad del río; allí se apoyaba en una piedra que sobresale del agua. Hasta esa piedra llegaba el viajero, y, tomando las mismas cañas; apoyándolas fuertemente en la piedra del medio, hacía llegar hasta la otra orilla…” (P. Ricardo María Verdesoto O.P. Editorial “Santo Domingo”, Quito, octubre  de 1979, p. 14).

El Arzobispo era un personaje excepcional en el ámbito cultural que contribuyó con su sapiencia al sentido religioso. Estudiado en Francia, luego fue profesor de la Universidad Central en la cátedra de Lengua y literatura francesa, puesto que había estudiado Jurisprudencia en esa misma universidad. Es el fundador de la Revista Anales de la Universidad Central. Fue secretario de la cámara del Senado y diputado por Pichincha. Se sabe que en 1890 dio un viraje a su destino y viajó a Italia para dedicarse a la vida religiosa. Desde luego que Baños y su mitología le habrían atraído y por ello habría tomado el desafío de ir a oficiar una misa y a inaugurar un puente colgante. Se fueron con autoridades de Quito, Ambato, Pelileo, Baños y de Oriente. El entorno entre el río bramador y la selva milenaria no habrían dejado de ser el mejor marco para atraer a Dios a compenetrase con la Creación. Allí dejo la huella de una cruz para los peregrinos. De él se ha dicho que fue quien buscó otros rumbos para la iglesia católica. Nacido en 1862, murió por un infarto en 1932, un 28 de octubre).

Seguramente el puente bendecido no  duró mucho por lo cual también las cosas tomaron otro giro. “El interesante puente colgante del río Topo; obra genial de los párrocos de Baños, después de dos años de servicio fue retirado para colocar en su lugar el gran puente (por contexto se deduce que duró 20 años), todo de piedra y hormigón armado. Se halla a 32 km de Baños. La construcción del nuevo puente fue encomendada por contrato al ingeniero ruso, señor Pedro Korolevich. La obra comenzó por diciembre de 1941. Concluido el trabajo del puente, después de dos años, fue solemnemente inaugurado, al igual que la carretera que va al Oriente, por el Supremo Gobierno de la República el día 23 de octubre de 1943. Características del puente: sobre un arco de 52 m. de luz que se levanta sobre dos estribos fuertes y seguros se halla una plataforma de 90 m de longitud, y a una altura de 15 m. sobre el nivel del río”, según la citada fuente. “A corta distancia del caudaloso Topo se halla el río Zúñag, afluente del Pastaza. La ejecución de la obra del puente sobre el Zúñag fue encomendada a la Compañía Constructora “Huancavilca” de Guayaquil. Dos arcos a cada lado del río sostienen la plataforma del puente. Tiene 36 m de luz y 44 m. de largo…”

Este histórico puente sobre el Topo se mantiene en pie hasta la actualidad. Claro que está descuidado y en abandono. El GAD parroquial de Río Negro, juntamente con la Municipalidad de Baños, así como los que manejan las iniciativas de turismo a nivel del Gobierno Provincial, bien pueden abrir su imaginación y tomar iniciativas para precautelar esta infraestructura que puede constituir un destino turístico. El Puente, con un gran cobertor bien puede ser implementado como el mirador con su cafetería para que con gráficas e ilustraciones artísticas, los creadores de la obra plástica  puedan tener un espacio-galería, donde exponer lo que hace la tierra con el sentido telúrico que imprime a los espíritus sensibles. (O)

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