MACARA EN LA CAMINADORA KAFKIANA / Wilson Olivo Antepara

Columnistas, Opinión

Cada fin de campeonato es darle vida  al  absurdo, certificar que el equipo no logra el título nacional; y cada inicio es comenzar a correr en la caminadora que no les llevará a ninguna parte, es  elevar  la roca de Sísifo para que ruede y volver a llevarla a la cima. Esto no tiene sentido si somos conscientes de que el equipo no es “el mejor del mundo”, que nunca ha sido la gloria futbolística, que no tiene medios para ganar un campeonato, que no hay jugadores locales de alta competición, que sólo cuenta con globalizados futbolistas, con jugadores que creen que persignándose van a ser los  primeros, con dirigentes que repiten el mismo “proceso” kafkiano, equipo con bajo nivel cultural,  con altibajos tremendos de un partido a otro, con aficionados que van perdieron el gusto por el fútbol;  fútbol  sustituido  por otras actividades deportivas.  Así   en cada participación nacional el equipo es presa de un destino casi definido a lo largo de 89 años; y los otros con más de cien y 51  años.

Cuando faltan dos fechas, el equipo ocupa el puesto de la media para abajo, discute los últimos lugares, sufre por no bajar de categoría,  “salvaremos la categoría dice”, se sumen en la angustia, se viste  de incertidumbre, de sufrimiento que se vuelca a los seguidores y que juran amarle en la categoría que esté.

Siguiendo la línea kafkiana nos preguntamos: ¿Para qué repetir el proceso si sabemos que no vamos a la gloria del campeonato? Seguimos en la eterna humillación de la rueda sinfín. El padecimiento es el traje de los seguidores hasta los 70 u 80 años, cuando recién  se dan cuenta del absurdo que es decir “el mejor equipo del mundo”, antes no pisaron bien, hoy ya no sufren ni van al estadio, la vida ya no se mofa de los viejos y parece concordar con  la frase de Franz Kafka: “La promesa de alguna especie de felicidad se parece a las esperanzas de la vida eterna: parecen firmes vistas desde cierta distancia, pero uno no se atreve a acercarse más”.

¿Cuándo nos quitaremos el molde del existencialismo que mira la resignación  de siempre volver y el eterno perder?  Sin duda encontraremos la respuesta en Albert Camus, para iniciar con alegría el campeonato, que no lo lograremos; “…pero es el esfuerzo de quienes suben a la montaña una y otra vez con alegría y pasión lo que me enorgullece del ser humano”.

(En lugar de Macará ponga los nombres que militaron en “A”)

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