Longevo… / Andrea Manjarrez Ocaña

Columnistas, Opinión

Al despertar, mirar la luz de un nuevo día descubro cuanto he dejado atrás. El idealismo de la infancia, todos los logros, aventuras, y anécdotas de la juventud y los sueños convertidos en metas cumplidas durante la madurez.

Como ha pasado el tiempo, el reloj ha sido perverso, sin parar ha ido acumulando sonrisas y lágrimas, triunfos y derrotas; al observar mi reflejo con huellas en el rostro de los años vividos, siento decaer pero al hurgar en el baúl de los recuerdos, encuentro la gran cantidad de satisfacciones coleccionadas en orden cronológico y muy bien ubicadas que permiten que mi cuerpo se vitalice y mi energía se regenere al sentir lo que soy y en lo que me he convertido, un puñado de deleites, un cumulo de fotogramas mentales,    miro mis manos con vestigios de esfuerzo y dedicación, mis brazos que se desprenden de mi para multiplicar trabajo y fortalecer mi organismo con su ardua labor, mis piernas, base solida de emprendimiento y lucha diaria que me mantienen firme y solido en pos de crecimiento y me recuentan cuanta historia he acarreado hasta el día de hoy, pero sobre todo mi mirada que alberga memorias pero mantiene la convicción de un niño, la jovialidad de un muchacho, la experiencia del anciano y la imagen clara de progreso y futuro prometedor, pues a pesar de mi físico desgastado, mi rostro con líneas de expresión muy marcadas,  aun me queda mucho esto recién empieza mi cuerpo se siente grande y robusto preparado para seguir creciendo, en mis nuevas generaciones, en mi descendencia, estoy seguro de haberles dejado un legado, eso me propuse lo he conseguido y continuaré en la eternidad.

Porque soy exitoso, fui bohemio, y ahora soy el anciano que siempre idealicé, pues pensé ¡De qué sirve llegar a la longevidad! si no enriqueciste la memoria de un Longevo…(O)

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