Linchamiento / Fausto A. Díaz López

Columnistas, Opinión

 

A nuestro entender, “linchamiento” es la ejecución, sin que medie proceso legal de una o varias personas presumiblemente culpables de cometer un delito considerado reprochable. Tal conducta es llevada a la práctica por un grupo de personas que haciendo uso de la fuerza física y armada de objetos contundentes en la mayoría de las veces, pone fin a la existencia de los inculpados. Esta forma de ejecución – al margen de la ley – ha sido norma desde los tiempos antiguos, casi en todos los pueblos del mundo.

En el continente americano, algunas etnias, según relatos periodísticos practicaban el linchamiento, que era considerado: “justicia comunitaria”. Para estas colectividades, era la mejor manera de defender el prestigio personal, lavar la honra y enderezar entuertos. Esta costumbre aún pervive en varios colectivos de nuestros pueblos. En Bolivia, se reconoce que aún existe como práctica, pese a las leyes que la castigan, es muy utilizada por los nativos quienes sostienen, que “es así como aplican su justicia”.

Existen escritos, que aseveran que en EE.UU el linchamiento era muy común en el “viejo oeste”; y, que con mayor frecuencia, sucedía hasta bien entrado el siglo XIX en los Estados del sur. “La universidad de Tuskegee ha registrado que 3446 afroamericanos y 1297 blancos, fueron linchados entre 1882 y 1968”. Varios de estos actos, fueron cometidos por grupos extremistas como el Ku Klux Clan. Se asevera que en Méjico, los linchamientos son poco comunes; sin embargo, la historia de este país, narra el acontecimiento luctuoso: “más famoso ocurrido el 14 de septiembre de 1968 en el pueblo de San Miguel Canoa, en las faldas del volcán Malinche en el Estado de Puebla”. De dicho linchamiento, fueron víctimas 5 trabajadores de la Universidad Autónoma de Puebla y varios pobladores que se opusieron al acto. Los 5 jóvenes pasaban por el poblado con la intención de ascender al volcán Malinche y debido al mal tiempo, se refugiaron en aquel lugar. Los jóvenes fueron confundidos con estudiantes marxistas, confusión, que originó la reacción del pueblo, que incitado por el párroco, consumó la masacre. Sólo dos sobrevivieron.

En nuestro país, en días pasados sucedió en Posorja un hecho escalofriante. Dos hombres y una mujer, fueron víctimas de una turba violenta, que los masacró acusándolos de “robaniños”. Las víctimas habían sido detenidas por la supuesta sustracción de 200 dólares y 2 celulares; los pobladores les confundieron con “traficantes de órganos”. Les atacaron con garrotes y piedras hasta matarles. Quemaron el taxi donde supuestamente se transportaban, 5 motocicletas y el Destacamento de Policía. Los supuestos secuestradores de niños habían sido trasladados a la instalación policial, para ser investigados por robo común. Se hace necesario, desde la sociedad y las instituciones estatales, controlar esta conducta extremadamente violenta. (O)

 

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