Líderes y/o gobernantes deben ser auténticos / Edison Narváez Z.

Columnistas, Opinión

Muchos autores concuerdan en manifestar que los líderes no surgen de las aulas universitarias, sino que se gestan a temprana edad en el seno familiar, en el Kínder, en la escuela, y se desarrollan en el colegio; a la Universidad el hombre ya lleva formada su personalidad y aquí solo adquiere conocimientos que le ayudan a pulirsecomo profesional.

Por esta razón se sostiene que el liderazgo es una capacidad que puede ser aprendida. Evidentemente, una de las características distintivas del ser humano es su capacidad de aprendizaje; sin embargo, no todas las personas aprenden a liderar solo logran hacerlo unos pocos individuos. ¿Y  quienes desarrollan esa capacidad?, Seguramente aquellos que en su accionar expresan autenticidad, y  que tienen pasión por servir al pueblo.

De lo expresado anteriormente se puede desprender que no todos tienen el coraje de ser auténticos y asumir una pasión.   Sin duda alguna, a lo largo de la historia los grandes líderes fueron aquellos que demostraron pasión y autenticidad; repasemos algunos ejemplos:

Gandhi un hindú apasionado por la paz, fracasó varias veces en su pacifica protesta antibritánica, sin embargo su ideología y esfuerzos pacifistas jamás dejaron de persistir para conseguir la independencia de su país.

Juan Pablo II, Papa de la Iglesia Católica, su pasión por conseguir la unión de los países se reflejó en la incesante visita a 129 países en el mundo, su humildad y carisma fueron evidentes, reconocido por todos, sean o no católicos.

Seguiríamos enumerando a grandes hombres, cuyo liderazgo estuvo basado en  la autenticidad de su personalidad y en la perenne pasión que le pusieron a su actividad cualquiera que ésta sea.

Entender el fenómeno de liderazgo exige primero la íntima conexión que se da entre el pueblo, la problemática social y el líder. No existiría líder sin seguidores ni habría seguidores si no hubiera líderes. Y ninguno de ellos existiría a menos que hubiese situaciones desafiantes y, por encima de todo cambiantes. 

Hoy elegimos esos lideres, como quisiéramos que sean auténticos;  anhelamos que la honradez, la lealtad y  la solidaridad sean rasgos  distintivos de estas nuevas autoridades. Sin embargo nos quedan debiendo pues ninguno habló de cultura; evidentemente ninguno sabe identificar el problema cultural; no se imaginan que la cultura es la vía que posibilita vivir con rectitud, honestidad y respeto a los conciudadanos. La cultura nos posibilita alcanzar una sociedad mas justa. 

Que las nuevas autoridades sean autenticas,  que se acuerden de motivar la cultura. Ciertamente  un pueblo sin cultura únicamente aspira a endiosar el mercado y se convierte en esclavo del consumo. (O)

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