Libertad de prensa y democracia / Andrés Jaramillo

Columnistas, Opinión

La revista “Semana” lanzó un reportaje donde se  manifestó que miembros de las Fuerzas Armadas Colombianas capturaron a uno de los miembros del ELN, y junto con él un arsenal de equipos informáticos. Uno de los datos recopilados de dichos equipos es el presunto financiamiento por parte del ELN a la campaña de Arauz de cara a las elecciones presidenciales 2021. 

Para el Correísmo, la difusión de esta noticia refleja la deliberada intención de difamación del candidato Arauz, vulnerando su buen nombre y honra, con el único objetivo de perjudicarlo en las urnas. Sin embargo, hay que tener claro que en una sociedad con valores democráticos, y especialmente en tiempos electorales, se debe fomentar la libre circulación de ideas e información sobre los candidatos y sus partidos políticos. Esta es la única forma de que los votantes puedan cuestionar e indagar sobre la idoneidad de los candidatos al formar su criterio. 

Los funcionarios públicos, y también quienes aspiran a serlo, deben estar sujetos a un escrutinio riguroso por parte de la prensa, la opinión pública y la sociedad en general. Por ello, ante su deliberado deseo de ser autoridades estatales, los candidatos deben tener un margen de tolerancia mayor ante la crítica. En una sociedad democrática, se debe proteger la libre discusión de asuntos políticos y de interés público, y no se debe intentar silenciar el debate bajo el argumento de que la información que circula respecto de un determinado candidato vulnera su reputación y su honra. 

La Corte Interamericana de Derechos Humanos, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y la propia Corte Constitucional del Ecuador, uniformemente comparten el criterio de que el derecho a la libertad de expresión y comunicación, en materia de asuntos de política e interés público,  debe practicarse sin timidez y temor, y por ello, se protege no solo a la difusión de ideas e información inofensiva o bien recibida por la opinión pública, sino que también protegen a aquellas que chocan, irritan o inquietan a los funcionarios públicos o quienes aspiran llegar a serlo. Por ello, pretender censurar y sancionar a periodistas o medios de comunicación por el mero hecho de investigar y publicar información de interés público desestimula el ejercicio de la libertad de expresión y comunicación en una sociedad con valores democráticos.

Al Correísmo le molesta que se informe al pueblo ecuatoriano respecto de un presunto vínculo de su candidato con un grupo terrorista para el financiamiento de su campaña, pero no se puede pretender censurar las notas periodísticas de los diferentes medios de comunicación respecto de estos datos, puesto que lejos de tener el deliberado ánimo de insultar, discriminar o agredir al candidato, pretenden develar información que fomenta el debate sobre asuntos de interés público. En síntesis, limitar la libre comunicación y libertad de expresión debido a que molesta, inquieta o disgusta a un candidato presidencial, especialmente en tiempos electorales, es restringir valores constitucionales arbitrariamente, propio de las sociedades autoritarias. 

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