Levantar al país

Columnistas, Opinión



Dos años después de la instalación del actual gobierno, el país se encuentra en un momento crítico, con la gente en completo estado de pesimismo frente al futuro del Ecuador. La inseguridad, la debilidad de la economía, las inexplicables elecciones promovidas por la irresponsabilidad presidencial y el agotamiento de las instituciones, se han convertido en puertas blindadas, sin entradas ni salidas.  El pesimismo y la incertidumbre han llegado a ser el síntoma habitual de la mayoría ciudadana.

No se encontrará, en los próximos tres meses, la medicina para transformar ese sentido de pesimismo e incertidumbre. Las elecciones serán un episodio democrático más, con las distracciones propias de las campañas. El gobierno saliente, con el presidente y los ministros preparando las maletas para irse por la puerta de atrás, nada puede hacer. Puede, eso sí, ofrecer, aunque no se le crea. Si bien sigue el presidente en Carondelet, para la ciudadanía es un mandatario saliente, que perdió una batalla. Algunos comunicadores con chispa le llaman expresidente, a pesar de que todavía conserva el título nominal de presidente. Por el lado del presidente no existe esperanza alguna que pueda levantarse el país. Los decretos-leyes, con una vigencia condicionada a lo que resuelva la próxima Asamblea, no transmiten certezas sino más dudas. 

La producción petrolera, de donde provienen recursos para el fisco y los gobiernos seccionales, está en franco deterioro. El 2023 se produce menos que el 2021 por una pésima gestión gubernamental. La rotación permanente de los ejecutivos de Petroecuador es la prueba fehaciente de la ineficiencia en la más grande empresa estatal. Y algo parecido ocurre en otras empresas estatales vinculadas al sector energético, con pésimos gerentes y bajos rendimientos. Los cuestionados funcionarios del gobierno de Lenin resultaron mejores que los que han administrado las empresas públicas en estos dos años. 

Levantar el país es el desafío mayor de los próximos gobernantes. Sin embargo, les va a resultar muy difícil hacerlo. Solamente en el área de vialidad van a necesitar una inversión millonaria para recuperar el estado de las vías destruidas por la desidia gubernamental. Y no existen fuentes disponibles en unas finanzas públicas apoyadas en el financiamiento externo, esto es, en endeudamiento. En otras áreas el drama es aún más sombrío.

Un extendido anhelo ciudadano es que se vaya pronto el gobierno que ha hundido al país en la desesperanza.    (O)

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