Lecturas para pensar en casa y reflexionar/ Luis Silva

Columnistas, Opinión

Para muchas personas, pasar en casa se hace una tarea dificil, pues no han tenido la experiencia, por su trabajo o estudios, para hacer una vida hogareña.

Para que se no se aburra o pase cansado, en casa, me permito transcribir dos temas, tomados del libro «Una Pausa en la Vida», de Pablo Martini, para que lea y reflexione.

«CONCIENCIA GENEROSA. En un oasis escondido en el desierto, se encontraba el viejo Eliahu de rodillas al lado de unas palmeras datileras. Su vecino acaudalado mercader, se detuvo para darle de beber a sus camellos y viendo aquel viejo le pregunto que hada alll, cavando con esas altas temperaturas. Siembro le contesto. Y que siembras. Dátiles, Respondió Eliahu señalando la palmera. Que ridlculo eres. Acaso no sabes que los dátiles tardan mas de 50 años en crecer. No te dará la vida para ver su fruto.

Mire usted vecino, yo comí los dátiles que otro sembró. Otro que tampoco soñó con ver sus dátiles, Ahora yo soy el que siembra para que algún dla, otros también puedan comer.

Me has dado una gran lección Eliahu, déjame que te page con una moneda de oro por esta enseñanza que hoy me dejaste.

Le agradezco por su paga vecino. Vio Usted me dijo que no vería el fruto de la siembra y ya estoy cobrando aun antes de terminar de sembrar.

Sigues asombrándome con tu sabidurla viejo. Te pagaré otra moneda por enseñarme otra cosa más.

Bueno, sembré para no cosechar y sigo juntando fortuna.

Ya basta anciano, no sigas hablando porque si sigues enseñándome cosas me quedare sin mi fortuna.»

«GUARDATE EL ATAUD. Paso el tiempo y un grajero se hizo tan viejo que ya no podia trabajar los campos, asl transcurrla el dia sentado en el pórtico. Su hijo aun tabajando la granja levantaba la vista de cuando en cuando y vela a su padre sentado alll, «Ya no es útil», pensaba el dijo para si, «no hace nada». Un dla el hijo se frustro tanto por eso, que construyo un ataúd de madera, lo arrastro hasta el portico y le dijo a su padre que se metiera adentro.

Sin decir nada, el padre se metió. Después de cerrar la tapa, el hijo arrastro el ataúd al borde la granja donde habla un elevado acantilado.Mientras se acercaba a la pendiente, oyó un leve golpeteo en la tapa desde adentro del ata ud. Lo abrió. Aun tendido alll, pacifica mente el padre miraba hacia arriba a su hijo. «Se que usted va lanzarme al acantilado, pero antes de que lo haga, puedo sugerir algo» .»Que contesro al hijo». Arrojerne desde el acantilado, si usted quiere»dijo el padre. «Pero guarde este buen ataúd de madera ya que sus hijos podrían necesitarlo».

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