Las religiones impávidas

Columnistas, Opinión

Las religiones en Ecuador, frente a la degradación, corrupción y delincuencia que padece el país, le debe explicaciones a sus feligreses, porque los principios y valores que profesan estos cultos, no han tenido efecto en la vida de una gran parte de sus seguidores. Solicito al lector permitirme ampliar el problema con detenimiento a  continuación:

Es de conocimiento que en el artículo 1 de la constitución, el Ecuador es un Estado laico y existe la libertad de culto según el artículo 66 numerales 8 y 11. No obstante, todos saben de las preferencias en la Asamblea Nacional que hasta una capilla construirán y que en eventos cívicos y de alta relevancia invitan a los representantes religiosos del credo del 80% de los ecuatorianos. Esto refleja que al lado del poder político siempre ha estado alguna religión.

Pero así, como el pueblo reprende los errores y la pésima administración de los gobernantes, nadie en absoluto pregunta ¿cuál ha sido el rol de las religiones durante décadas para producir generaciones sin virtud y lejos de la voluntad general e interés común? Pues, algunos creyentes han pasado por escuelas, colegios y hasta universidades lideradas por grupos religiosos.

En la coyuntura actual, la fiscalía y los medios de comunicación han concentrado sus publicaciones en los casos metástasis y purga, pero todos sabían que era un secreto a voces. Porque por décadas las personas veían que en lo público, varios caudillos y sus catervas administran con ese modus operandi.

Un ciudadano modelo, con valores y ética, no caería en las tentaciones que acostumbran en la actualidad. Debido a esto, nadie se responsabiliza de la formación del ser humano en el caos que vivimos, tirándose la pelotita entre padres, maestros y los religiosos.

Pero la misión de varios cultos y religiones es servir de faro que ilumine la vida de los que buscan un correcto camino y paz espiritual, objetivos que no guardan congruencia con el mundo capitalista y de libre mercado. Porque con gusto, muchos pierden su alma por la ambición al dinero fácil, fama, poder y otros vicios que gracias a las narconovelas, la sociedad ha normalizado y anhelan esas vidas pecaminosas pero atractivas para los débiles. 

Los líderes religiosos deben hacer un mea culpa y dejar de pensar en construir mega edificios y revisar una metodología que llegue a los jóvenes, a fin de que encuentren un alimento espiritual para una vida recta y ejemplar. ¿O será que la estrategia que tienen es adecuada a sus fines?, porque grupos secretos como “El Yunque” y otros más, se han ocultado detrás de partidos políticos para continuar con la hegemonía de su credo a cualquier precio, así sea en detrimento de la especie humana. (O)

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