La verdadera riqueza de los Llanganates / John Tello Jara

Columnistas, Opinión

La historia dice que Rumiñahui escondió los tesoros de Atahualpa en los llanganates, para burlar la codicia de los españoles en la conquista despiadada que tuvieron en América, sin embargo, muchas expediciones han terminado con malos resultados cuando han tratado de explorarlo.

Con el propósito de analizar el caudal del rio Aluleo para medir el aforo que puede solventar el líquido vital a la zona norte de Ambato, tuve la oportunidad de trasladarme a Píllaro, y de ahí tres horas y media en caminata hasta llegar al río con técnicos de EMAPA, GAD provincial y GADMA.

Un recorrido interesante, mágico a la vez por la verdadera riqueza que encierra el sector debido a la presencia de montañas, lagunas, fauna silvestre y sin lugar a duda la posibilidad de explorar un sitio místico que concita el interés de propios y extraños.

La razón de mi excursión se centró en analizar la cantidad de agua que se puede extraer para beneficio de los tungurahuenses, recordando que al contar con la represa de Chiquiurco y  Mulacorral que satisfacen a la zona sur de Ambato, es necesario ampliar la cobertura a la zona norte.

Los tungurahuenses esperamos que no exista estiaje (caudal mínimo del río durante una época del año determinado) a fin de que el río nos pueda entregar la cantidad necesaria de agua de forma permanente.

La Organización mundial de la salud, indica que una persona en promedio requiere de al menos 50 litros diarios de agua para satisfacer sus necesidades básicas y, a manera de ejemplo podríamos indicar que los estados unidos de américa tienen un consumo doméstico de 596 litros por habitante al día, mientras que en Brasil ese indicador llega a 192 l/hab/d, y en algunos países como Bangladesh su consumo no rebasa los 44 l/hab/d.

La necesidad apremia debido a programas habitacionales que se instauran en diversos sitios de la ciudad y, los cuales no se pueden ejecutar, sin contar con los servicios básicos como son, agua, alcantarillado y energía eléctrica.

Conocer estos parajes nos permite conectarnos con la magia de la naturaleza y evidenciar que la verdadera riqueza se encuentra en las bondades que Dios nos entrega para nuestra sobrevivencia. (O)

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