La sensibilidad social / Kléver Silva Zaldumbide

Columnistas, Opinión

La existencia concreta de las personas se desarrolla desde los pequeños grupos: la familia, el barrio, la escuela, el trabajo, los amigos y conocidos. Grupos que contienen y vinculan con la sociedad en su conjunto. Los estilos son diferentes porque la especificidad de cada lugar es diferente, pero hay algo central o nuclear en los humanos que es idéntico en todo el planeta y es que pertenecemos a la misma especie. Con la pandemia nos dimos cuenta que son más importantes y numerosos los lazos que nos unen al resto de los humanos, que las particularidades que nos diferencian.

Hay un aspecto íntimamente vinculado a la vida del ser humano en sus caracteres centrales que no hemos desarrollado aún y que es la sociedad y su sistema de “valores” y creencias. 

La “modernidad” y la carrera desenfrenada de la gente por los bienes materiales ha descompuesto el corazón humano está matando la vida en este planeta, los politiqueros desmantelando los dineros y los fármacos de los hospitales creando unas condiciones sanitarias homicidas. Será necesario desnudar la combinación de sus perversas y hábiles mentiras con nuestra ignorancia mezclada con ingenuidad para entender cómo y porqué nos estamos yendo al abismo y nadie puede frenar esta avalancha de los falsos salvadores del pueblo. La programación social actual, esencialmente se trata de “maquinas” succionadoras de energía destinadas a la acumulación de poder económico, social y político en manos de un reducido grupo de delincuentes a través de la manipulación de las emociones básicas de las masas humanas, lo cual cristaliza en ideologías contradictorias pero complementarias que oscilan entre el misticismo y el mecanicismo. Lo característico de esta dantesca trampera oficialmente denominada «civilización moderna» (aunque el modelo lleva ya muchos años) es la depredación de la vida y su represión allí donde se disfraza con el deseo de libertad o en la construcción solidaria de una sociedad justa. Está produciendo personas y estructuras de degeneración social sin posibilidad real de vivir de acuerdo a las «fuentes» de nuestra vida: el amor, el trabajo y el conocimiento.

En la trama sin hilos de esta bien organizada banda regional sudamericana estamos impotentes sobreviviendo y observando como las grandes masas humanas son cada vez más engañadas “invirtiendo” el dinero fiscal que han acumulado ilegalmente en sus arcas por largos años. 

Esta pandemia, marcó a fuego, en el carácter humano, las ambiciones materiales, tanto que la mayoría de los desposeídos sienten que su vida ha perdido el sentido. Pero éste no es un tema que interese demasiado a los politiqueros de turno porque siguen desarrollando su carácter, o sea, ganando dinero, arruinando los países sin escrúpulos, reteniendo el poder y manipulando a las masas, enseñándonos que la felicidad siempre depende de ellos, de sus dádivas, que los recursos propios del emprendedor hay que repartirlos. Las masas no se dan cuenta de la perversidad intrínseca de este sistema disfrazado de defensor de las masas, pero afortunadamente con la pandemia esta hipócrita pseudo ideología que desfalco el país por muchos años, ha desnudado su perfil individualista y mezquino. Nos están cultivando odio y formándonos para carecer de sensibilidad social. (O)

MEDICINA INTEGRATIVA ORIENTAL

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