La señal es un niño / P. Hugo Cisneros

Columnistas, Opinión

LECTURAS DOMINICALES


 Le pondrá por nombre Emmanuel 

      Después de estas semanas de preparación, ya estamos a punto de terminar el Adviento. Unos días más y es Navidad. Y las lecturas de hoy nos dan las últimas claves que nos permitan identificar al que viene, a nuestro salvador. Es importante que atendamos a esas claves no vaya a ser que después de tanta espera, nos despistemos y no nos enteremos cuando pase a nuestro lado.

De nuevo, como en los tres domingos anteriores, el profeta Isaías nos da la clave. Nos cuenta una antigua historia de un rey que no confiaba en Dios y que aún así Dios le quiso dar una prueba de su presencia y de su fuerza. El rey gobernaba una ciudad sitiada, sometida al hambre y a la destrucción de la guerra. Pues bien, la señal que Dios le ofreció no era un milagro que rompiese las leyes de la naturaleza. Era una señal sencilla, corriente si se quiere, pero llena de esperanza. Cuando el rey pensaba que su reino se terminaba, que todo sería destruido, Dios le prometió que iba a nacer un niño de una virgen. El niño llevaría el nombre de Enmanuel, que, traducido, significa Dios-con-nosotros. Dios estaba invitando al rey a mirar más allá de las apariencias, a poner toda su confianza en Dios. Donde él veía una ciudad atemorizada, sitiada por un ejército enemigo, sometida al hambre y a la muerte, Dios iba a hacer nacer un niño de una virgen. Ese niño sería la promesa de Dios, el signo de la presencia salvadora de Dios allá donde el rey no veía ninguna posibilidad. Leída hoy esa lectura del profeta Isaías, la promesa se nos hace a nosotros. Nos va a nacer un niño. Ese va a ser el gran signo de Dios. Ese niño es y será el signo de la promesa de Dios, de su amor restaurador, reconciliador y salvador.

      Y de ahí al Evangelio, donde se nos cuenta otra historia. Esta vez más cercana y familiar. Los protagonistas son José y María. Son novios. Ya están comprometidos a casarse. Pero María está embarazada sin que hayan vivido juntos. José podía ser bueno pero no tonto. No quería organizar un escándalo pero tampoco quería cargar con lo que no era suyo. Entonces se produce lo inesperado: un ángel se le aparece en sueños y le hace entender que ese niño es el gran signo que el pueblo estaba esperando. Ese niño que estaba creciendo en el seno de María es el que había profetizado Isaías. Ese niño es ya “Dios-con-nosotros”. Dios ha hecho posible lo que para los hombres es imposible. Dios ha creado vida y esperanza para toda la humanidad en ese niño. 

      Este es el gran signo que esperamos. El nacimiento de un niño. Ahora sabemos que nuestro Dios está por la vida. Que defiende, promueve y crea la vida. El signo de su presencia es un niño, cualquier niño. Es la vida, cualquier vida. Ahora sabemos que cada signo de vida entre nosotros nos habla de la presencia de Dios. Es “Dios-con-nosotros”.

Ya queda muy poco para la fiesta de Navidad. Apenas unos días. Pero, ¿cómo se llega a Belén?, ¿cuál es el camino? ¿Qué señales nos orientan hacia él? ¿Cómo reconocer la verdadera Navidad? Como los Magos también necesitamos una estrella que nos guíe hasta el portal de Belén y adorar allí la verdadera Navidad. Dios mismo nos muestra hoy una señal para dar con la Navidad.

Esta es la señal que el Señor mismo nos ha  dado hoy,  para encontrar la Navidad verdadera: “Mirad: la Virgen están encinta y da a luz un hijo, y le pone por nombre Emmanuel (que significa ‘Dios-con-nosotros’)”. San Mateo va a ayudarnos en el evangelio de hoy a interpretar los detalles de esta señal.

Ayudemos hoy a nuestras comunidades a reconocer y celebrar la verdadera navidad porque la otra, la mentirosa, la navidad sin nacimiento, sin María y José, más que alegrar, defrauda; es un engaño. (O)

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