La lucha persiste por mejores días

Ciudad

El desempleo es situación que se da cuando la cantidad de personas que buscan trabajo (demanda de empleo) excede el número de empleos disponibles (oferta de empleo). (Foto El Heraldo)

“Trabajaba en un taller de costura ubicado por Ingahurco Alto. Se hacía ropa interior de niños, hombres y mujeres. Laboré 10 años, pero hace cuatro años dejé el trabajo, porque había retraso de un mes el pago y no me alcanzaba; y, tuve que salir”, expresa Maricela Gómez (32). El desempleo, el crecimiento de la informalidad y pobreza hieren a la sociedad ecuatoriana y tungurahuense.

Ana V. laboró por 13 años en una heladería de la ciudad. Ella fue despedida en mayo del 2020; “éramos ocho. Lavaba los platos, preparaba los jugos y despachaba los pedidos”. A sus 48 años tiene que buscar la forma de llevar el pan a casa. A nivel de Tungurahua, 23 mil personas perderían el empleo, de los cuales entre 15 y 16 mil en Ambato, explicó en su momento el analista económico Diego Proaño.

El INEC proporcionó las estadísticas oficiales del mercado laboral del Ecuador recolectadas a través de entrevista presencial (99,9%) y telefónica (0,1%) en diciembre 2020. El tamaño muestral fue de 9 mil 058 viviendas. En la oficina de Ambato se indicó que se deberá analizar la muestra y desagregar para determinar los datos representativos de Ambato y Tungurahua.

Mientras los datos de la ciudad y provincia están pendientes; las historias laten en el corazón citadino y seguimos conociendo a Maricela. Desde que dejó su trabajo “andaba de empleada doméstica, limpiaba piscinas los fines de semana y cuidaba a los niños”. Ahora vende espumilla y se incorpora al mundo del comercio informal, “vendo recorriendo las calles y deteniéndome en algunos sitios en el centro. Antes de la pandemia se vendía más, pero ahora ha bajado”. Día a día sale a vender para sumar a la economía familiar.

“Con enorme preocupación vemos que la pandemia sigue causando efectos negativos en el aparato comercial y productivo. La falta de la vacuna incide en el tema salud que afecta directamente en una recuperación económica, social y productiva”, expresa la presidente de la Cámara Nacional de Calzado (Caltu), Lilia Villavicencio.

Para el analista económico, Marcelo Mejía, “el desempleo y la pobreza van de la mano en un sistema que no busca soluciones y vive de la demagogia. Ecuador es país referente en este sentido, sobre todo en época de elecciones. Lamentablemente no se avizora posibilidad de mejora; pues, las vacunas llegan a cuenta gotas y en mercado no se reactiva por la desesperación de un incremento de contagio”.

Las historias de las personas desempleadas se conjugan con los estudios, estadísticas y reflexiones de expertos, “trabajé últimamente cuidando a una persona de la tercera edad. Los hijos me quitaron el trabajo, porque dijeron que ellos la iban a cuidar…entonces me quedé sin trabajo este mes. Necesito trabajar, soy sola y busco trabajo…sé lavar, planchar, arreglar casas, cuidar niños”, expresa Norma Núñez (56), “tengo fuerzas y me gusta trabajar”.

Las calles aleñadas al Mercado Modelo (avenida Cevallos, calles Eloy Alfaro y Tomás Sevilla) tradicionalmente se han convertido en el sitio preferido por las personas que aspiran conseguir trabajo. Jorge Copa junto a su esposa esperan ser contratados, “trabajaba en una bodega de frutas en el Mercado Mayorista y como falleció mi jefe me quedé sin empleo desde que empezó la pandemia. A veces hemos laborado en obras de alcantarillado o en deshierbas en el campo…no hay nada y estamos luchando la vida aquí”.

“no tenemos nada…soy albañil, plomero”, expresa don Luis Sailema de 74 años. Llega a las 07:00 horas con la esperanza de tener algún trabajo que le permita llevar algo de dinero a casa. El llamado a los políticos y candidatos hizo don José Simbaña (52) e invitó a conocer esta realidad, “los martes hay más gente con la esperan de tener trabajo”.

Frente a esta realidad surge la esperanza, “no perder la fe y dar gracias a Dios, porque tenemos salud. Estamos en familia, quizá no cerca. No debemos perder la fe y debemos luchar día a día, quizá no como antes, pero no debe falta el pan para el hogar”, expresa Maricela Gómez, vendedora informal. (I)

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