LA INDUSTRIA POLITIQUERA/ Mauricio Calle Naranjo
En Ecuador, los partidos políticos se han convertido en empresas electorales. Una industria que ha entregado millonarios réditos a sus inversionistas, llámelos a estos como: auspiciantes, afiliados, adherentes o simpatizantes políticos, futuros proveedores o contratistas, sea cualquiera su denominación, la realidad de las campañas no se las puede ocultar detrás de una cortina de humo, llamada de forma inocente como “aportes voluntarios”.
Según Ardaya y Verdesoto, en su estudio “financiación de los partidos políticos y las campañas electorales en el Ecuador”, afirman que “pese a la disposición legal, en la práctica no se dejan constancias del financiamiento privado, especialmente si se trata de grandes montos. Tanto los partidos como los donantes mantienen este tipo de transacciones en la total clandestinidad. El costo de las campañas electorales obliga a los partidos a recurrir al financiamiento privado, el que se localiza en el sector empresarial del país”. Por estos vacíos legales más el escaso o inexistente control del gasto, constituyen la oportunidad perfecta para destinar capitales de dudosa procedencia.
Aparte de la cruel realidad que atraviesa Ecuador en temas políticos y de seguridad, es innegable que las bases de lo que algún día fue la democracia, no existen más, gracias a las empresas electorales tapiñadas de partidos políticos, que no representan a los objetivos, intereses y visiones de los sectores sociales. Se han transformado en industrias politiqueras que manejan estrategias apostándole al mejor “showman/show woman” que haga el papel de intermediario para sus ruines intereses. Los partidos políticos, muy aparte de ideologías, han perdido su rol fundamental de representar a la sociedad, la cual es invisibilizada una vez que llegue la marioneta a ocupar el cargo de elección popular, porque la o él “excelentísima/o” nueva autoridad, no le debe nada al apoyo electoral del colectivo, pero si les debe mucho a sus patrocinadores.
Ecuatoriano, este domingo 05 de febrero no te dejes engañar. El voto ciudadano debe ser meditado en beneficio de una patria digna en la que se puedan desenvolver los ciudadanos, gozando de bienestar, seguridad, prosperidad e igualdad de oportunidades. No se debe permitir la manipulación a favor de los grandes capitales, que lo único que hacen es invertir, con el propósito de recuperar su dinero en sus rentables chanchullos.