La herencia de un conflicto / Mario Fernando Barona                                         

Columnistas, Opinión

El Ecuador se ganó -sin comprar boleto- una guerra gratuita. Por más de medio siglo no tuvimos ni arte ni parte en la lucha del Estado colombiano contra la narco-guerrilla, y de pronto, cuando por fin todo parecía haberse arreglado, cuando los colombianos votaron para que haya paz, cuando en Colombia aparentemente desapareció para siempre el terror, heredamos los ecuatorianos -como grandes giles- tremendo problema del rezago narco-guerrillero que no quiso adherirse al acuerdo de paz y prefirió seguir delinquiendo al más puro estilo de las guerrillas de hace treinta años: bombas, explosiones, muerte, secuestro, terror, pero esta vez en suelo ecuatoriano.

Muchos caímos presa del discurso bonito, del que ofrecía paz, esperanza y días mejores. Muchos alentamos -equivocadamente- la postura del presidente Santos que ponía fin (a cualquier costo) a la guerra con las FARC. Nos convenció, creímos que era lo mejor para todos, incluso llegamos a decir que ‘a veces hay que sacrificar el orgullo por la paz’.

Qué ciegos estuvimos. Qué tontos fuimos. No era gente común y corriente con la que trataba el gobierno colombiano, eran criminales, delincuencia organizada al más alto nivel, pactó con gente sin principios ni valores que dedicaron su vida a asesinar, a sembrar terror, a extorsionar; en definitiva, Santos acordó la paz con personas que no merecen la pena siquiera voltearlos a ver, que son lacra para la sociedad, que deberían estar presos o muertos por tanto dolor que provocaron y que por lo tanto no son de fiar en lo absoluto. Las FARC y sus disidentes son asquerosos y despreciables escupitajos que todo el mundo esquiva pero que ellos se jactan en serlo. Con ellos pactó Santos, con la más ruin casta de facinerosos que no entienden ni entenderán jamás ningún otro lenguaje que no sea la violencia.

Pero ya es tarde. Esto recién comienza y el Ecuador ya está pagando muy caro las consecuencias de una firma de paz yerma que lo único que provocó es la paz de los narco-guerrilleros que ahora sí disfrutan a sus anchas de la ansiada libertad, de las delicias del poder y de esos ostentosos lujos propios del más codicioso capitalista -y, claro, que poco importa que vayan en contra de sus posturas socialistas-.

Mucho tiene que ver en todo este deterioro de paz en el Ecuador el gobierno de Lenín Moreno al no actuar con firmeza y oportunidad; pero mucho más tuvo que ver en su momento el de Rafael Correa al ser sospechosamente permisivo y consecuente con todo lo que significó violencia y muerte en manos de subversivos, tanto fue así que nombró ministros de Estado a ex guerrilleros del grupo terrorista AVC en Ecuador, y con los de las FARC jamás tuvo el aplomo de reconocerlos como narco-guerrilleros, además, y como si fuera poco, se presume habría recibido dinero para la campaña del 2006, tal como lo señaló alias el Mono Jojoy, máximo líder guerrillero de las FARC de aquel entonces.

mariofernandobarona@gmail.com

 

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