La Escuela y la Formación Política / Lic. Mario Mora Nieto

Columnistas, Opinión

Vivimos una época muy propicia para la formación política de la niñez y la juventud de nuestro país.

            La escuela debe observar con mucha atención la orientación que debe proporcionar al educando en lo referente a la importancia de la vida democrática que le permita cumplir a cabalidad con su derecho al sufragio.

            Precisando el concepto, puede decirse que compete a la escuela formar al elector, atribución que prácticamente ha dejado de lado.

            Una de las grandes obligaciones de la escuela (especialmente la escuela de nivel medio), es la de preparar políticamente al adolescente para que sea, en el futuro un elector consciente. Formar una conciencia política, resaltando las responsabilidades del ejercicio de elegir o votar, es una de las tareas más fecundas de la enseñanza media.

            No es que la escuela debe tomar partido por una determinada posición política. Esto sería inadmisible.

Una actitud de esta índole por parte de directores y profesores, podría perjudicar sus relaciones con los alumnos, ya que daría margen a posibles calificaciones de “persecución política” a las más mínimas dificultades escolares que puedan surgir a cada paso.

            En nuestra opinión, los directivos y los docentes en el ejercicio de sus funciones no deberían manifestar color partidario alguno. El educando debería tener la mayor confianza en ellos; esa confianza se perdería, o difícilmente se lograría, si hubiese en la clase una declarada posición político partidista.

            Deberían poner énfasis en la importancia que se merece la vida democrática como el sistema que más conviene al respeto y la dignidad del hombre.

            Es imprescindible realizar una adecuada formación política, evidenciando los deberes y derechos del ciudadano resaltando la importancia capital que tiene el derecho al voto para la vida de un país democrático.

Es necesario, pues destacar el valor del derecho electoral, mostrar que no es patriótico ni moral, ni político votar sólo por intereses personales, o elegir negligentemente –como lo hemos hecho en los últimos años- a pedido de amigos o grupos politiqueros de mercaderes de la política. Por el contrario, debe votarse a conciencia, mirando siempre hacia el bien común, la dignidad del sufragio y su importancia para la supervivencia de una sociedad.

            Con esta práctica no sólo estaremos educando a las nuevas generaciones para el ejercicio futuro del voto, sino, además, dando oportunidades para que surjan líderes escolares, a fin de encaminarlos para que sean mañana auténticos líderes sociales democráticos. (O)      

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