La era de los juicios con Velasco y Martínez / Luis Fernando Torres

Columnistas, Opinión

“Martínez Mera es un excelente caballero, pero no es un gobernante de acuerdo a la época”, dijo del destituido Presidente su temible interpelante, el diputado José María Velasco Ibarra, en 1933, después de haberlo pulverizado con su poderosa oratoria en el juicio con el que se abrió la era moderna de enjuiciamientos políticos a presidentes y vicepresidentes de la República. En el turbulento clima político de esa época, el enjuiciamiento y destitución del Presidente Martínez Mera  por el Congreso, que declaró vacante el cargo,  fue un episodio bastante normal, a tal punto que el propio mandatario cesado se despidió de Quito diciendo que no se llevaba “en su pecho la más ligera huella de rencor”.

Treinta años después, por 1962, no hubo votos suficientes para que el Presidente Arosemena Monroy fuera destituido en el juicio político planteado en su contra por sus “vicios masculinos”, que le llevaron a recibir en estado etílico y en la playa, con pantalón de baño, al Presidente de Chile. Tampoco hubo los votos necesarios para que fuera cesado el Vicepresidente Varea por el negociado de la “chatarra”, por ese mismo año.

En 1995, el entonces Vicepresidente Dahik salió triunfante del Congreso, una vez que uno hubo los votos necesarios para destituirlo. En una intervención magistral de seis horas, el economista Dahik logró cambiar una votación que, en un inicio, parecía orientada a condenarlo. La argumentación y la retórica le fueron muy útiles.

Después de haber resultado triunfadores en los juicios políticos, el Presidente Arosemena y los Vicepresidentes Varea y Dahik fueron depuestos de manera violenta o perseguidos. En efecto, en 1963, Carlos Julio Arosemena tuvo que exiliarse en Panamá y Reinaldo Varea estuvo transitoriamente detenido. En 1995, Alberto Dahik fue procesado penalmente y, sin justificación, se dictó una orden de prisión en su contra, obligándole a exiliarse en Costa Rica. El Vicepresidente Glas, el 2017, vivió, en cambio, la pesadilla completa. Fue destituido por la Asamblea en un sonado juicio político, procesado, encarcelado y sentenciado.

Con el reciente dictamen de la Corte Constitucional, el juicio político al Presidente Lasso goza de completa legitimidad jurídica y constitucional. Puede resultar absuelto o condenado en la Asamblea con 92 votos. Si bien se desconoce el posible resultado, la historia de otros juicios políticos ilustra el drama judicial posterior al que podría estar expuesto, más aún cuando la Fiscalía investiga escándalos como el del Gran Padrino.  

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