LA CUMBRE DE ALASKA

Columnistas

El 15 de agosto de 2025, el mundo fue testigo de un encuentro histórico entre el presidente estadounidense Donald Trump y su homólogo ruso Vladimir Putin, celebrado en la Base Conjunta Elmendorf-Richardson en Anchorage, Alaska. Esta cumbre, la primera entre ambos líderes como presidentes en ejercicio desde 2019, se enmarcó en el contexto de la invasión rusa a Ucrania iniciada en 2022. Trump, reelegido en 2024 con promesas de terminar el conflicto en su primer día en el cargo, había mantenido negociaciones previas, incluyendo llamadas sorpresa y amenazas de sanciones que no siempre se materializaron.

La elección de Alaska como sede no fue casual: simboliza la proximidad geográfica entre ambos países y marca la primera visita de un presidente ruso a suelo militar estadounidense. Los participantes incluyeron a Trump acompañado por el secretario de Estado Marco Rubio y el enviado especial Steve Witkoff, mientras que Putin estuvo flanqueado por el ministro de Exteriores Sergey Lavrov y otros altos funcionarios. Los temas centrales fueron la guerra ruso-ucraniana y tratados nucleares como el New START, que expira en 2026.

Sin embargo, la reunión concluyó sin acuerdos concretos. Putin ofreció poner fin al conflicto si Ucrania cede el Donbás entero, propuesta rechazada por el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky. Trump insistió en concesiones mutuas y sugirió garantías de seguridad para Ucrania similares a la OTAN, pero sin su membresía. En declaraciones posteriores, Trump calificó el encuentro como «productivo» y de «gran progreso», aunque admitió que «no llegamos allí». Putin elogió el ambiente «constructivo y respetuoso», pero reiteró demandas maximalistas, como el reconocimiento de la soberanía rusa sobre regiones ocupadas.

Analistas consideran la cumbre una victoria para Putin, quien recuperó estatura internacional sin concesiones públicas, mientras que para Trump representa un «fracaso embarazoso». A pesar de la calurosa bienvenida –Trump aplaudió y ofreció su limusina blindada a Putin– y la sugerencia de un próximo encuentro en Moscú, el pivote de Trump sobre la necesidad de un cese al fuego inmediato genera dudas sobre su estrategia.

En última instancia, esta reunión resalta la complejidad de las relaciones ruso-estadounidenses. Aunque el diálogo es un paso adelante en medio de tensiones nucleares y el conflicto en Ucrania, la ausencia de avances concretos deja a Europa y al mundo en un limbo incierto. Trump expresó frustración con Putin por los continuos ataques rusos, y dudó de una posible reunión Zelensky-Putin.

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