LA CONDUCTA ES PÚBLICA Y LOS PENSAMIENTOS PRIVADOS / Mario Fernando Barona

Columnistas, Opinión

El departamento de salud mental de la Universidad de Arizona, preocupado por el consumo compulsivo de alcohol en los estudiantes empapeló el campus con posters y folletos que detallaban las consecuencias negativas del alcohol, colocó anuncios en los periódicos de la universidad para informar cómo el alcohol afecta el funcionamiento y rendimiento cognitivo en los estudios y llegó incluso a instalar un ataúd en el centro de estudiantes en el que aparecían las estadísticas de muertes relacionadas con la ingesta de alcohol. Pasaron los meses y nada, la campaña había sido un completo fracaso, los jóvenes seguían bebiendo con desenfreno.

Les preguntaron entonces directamente a los estudiantes bebedores cuál era su opinión sobre consumir alcohol y descubrieron con sorpresa que la mayoría no se sentían cómodos, que, desde luego, les gustaba tomarse una copa de vez en cuando, pero no estaban de acuerdo con beber exageradamente. La investigación estableció que esto se da por un fenómeno llamado “prueba social” que confirma que la conducta es pública y los pensamientos son privados, es decir que, si estos chicos son parte del grupo que se la pasa bebiendo en exceso cada fin de semana, su inconsciente dirá: “no voy a ser solo yo el bicho raro, tengo que hacer lo mismo”, y consecuentemente, aunque no lo quieran, terminan bebiendo más de lo debido; en otras palabras, aflora una conducta pública que no es coherente con su pensamiento privado.

Esto es exactamente lo que ocurre con la perniciosa relación entre la banda delincuencial del correísmo y sus confundidos simpatizantes quienes saben perfectamente que hacen mal en apoyar a aquellos que cargan con innumerables e irrefutables evidencias de robos, estrechas relaciones con la narco-delincuencia, abusos de poder y despilfarro, pero lo hacen porque por lo general son parte de un medio que aúpa esta sincronía. Y sí, también hay apoyos genuinos, pero estos casos puntuales son como el del alcohólico empedernido: perdidos y bien identificados.

La solución consiste en cambiar los papeles: convertir lo privado en público. Así, en una nueva campaña, los jóvenes esta vez mostraron su lado privado: se los vio asqueados por tener que lidiar con la resaca de sus compañeros de cuarto embarrados de olores nauseabundos, por tener que recogerle el pelo a una amiga para que vomite o a otra bañada en orines tener que cargarla inconsciente hasta su dormitorio. De esta forma, haciendo observable lo que antes era ‘privado’, se logró reducir el consumo de alcohol en al menos un 30 por ciento.

Las elecciones seccionales en el Ecuador están cerca. ¿Qué esperamos para nosotros también mostrar asco y repulsión hacia una banda de delincuentes que quiere seguir gobernando? Con esta campaña seguramente muchos simpatizantes correístas arrastrados por el medio, recapacitarán y se alejarán de la perdición.

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